De cotidiano andaba entregado
a las obligaciones de su hacienda mientras recitaba una cantinela perenne: contaba
que con aquello de ser la huerta aprisco de muy atrás, por allí caía gente de
todos los estamentos, los de un bando y los del otro, los que se rigen por el
César y los que se arriman a lo sagrado. Los unos y los otros desembarcaban aparatosamente
y con aspavientos, dando instrucciones de cómo debía hacer esto y desandar lo
otro. El labriego, por su parte y con rotundidad, afirmaba que estaba hasta las
narices de tanto sujeto empeñado en evangelizar, que él ya sabría qué oración y
a quién rezar cuando tocara. Auspiciaba, con vehemencia, que cualquier día soltaba
los perros a tanto apóstol
ungido.
jueves, 9 de abril de 2020
Jueves Santo, humildad
Pese a lo intempestivo de las
horas, el lugar te recibía con hospitalidad. Olía a tierra mojada, generosa. La
atmósfera era limpia y la sensación acogedora, como tarde cuando amaina la
tormenta. El anciano, hombre humilde, de huerta y pocos excesos, de pan y
vino de diario, me observaba con las manos atrás y ligeramente encorvado hacia
delante. El Tuerto, le llamaban. Unos lo tenían por huraño y
cenobita, otros lo consideraban muy leído y hombre de costumbres
austeras. Él se tenía por gente de bien en su justa medida, de lavarle los pies
a cualquiera siempre que viniera de buenas. Lo cierto es que el labriego era de
porte bronco y ojo más seco que ripio, según se dice fruto de un disparate
digno de no contar. Su silueta se elevaba más tiesa que erguida, solitaria y
retorcida como almendro centenario en estepa. En su papel de augur, se titulaba
como autodidacta y sabio que pocos comprendían, y era considerado viejo para
todo y por todos. Quizá fuera octogenario, al menos así lo parecía.
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Conocí a un "tuerto" como el tuyo, un hombre al que todos acudían y que su casa acabó siendo la de Dios. Tus personajes se hacen reales en los pueblos y allí es donde contactamos con ellos. Otra razón más para habitar las soledades de campos y huertas, donde convergen las de muchos e interaccionan con la fraternidad precisa, saludos.
ResponderEliminarHace tiempo, mucho, algún tiempo, me creí otras cosas. Hoy sé que esas personas, esos personajes, son los que dan forman a una comunidad, a un territorio, a cada una de las huellas que le dieron aliento, que veremos y nos comunicarán sentimientos. En medio, me perdí tanto, que ahora no quiero olvidar la memoria de cada uno de ellos.
ResponderEliminarSaludos Rosa