Baños de la Encina es villa situado al norte de la provincia
de Jaén. Agarrada al pellejo de Sierra Morena, se asoma a modo de balcón al
valle del río Guadiel. Localidad declarada conjunto histórico artístico en
1969, posee un término municipal al amparo de dos parques naturales (Sierra de
Andújar y Despeñaperros). Villa entre parda y blanca, pastora y aceitera,
manchega y andaluza, arracimada entre los dos cerros que la forman -Cueto y
Calera- se derrama a la vera del embalse del río Rumblar.
Se encuentra
a sólo a 6 km .
de la autovía de Andalucía (punto kilométrico 288), por lo que su distancia
horaria de ciudades como Madrid o Sevilla no sobrepasa las dos horas y media. La Posá de la Cestería , a la sombra de
un castillo musulmán en perfecto estado, cobijada por la benignidad natural de
Sierra Morena, le permite tener a su alcance los puntos turísticos más
importantes de Andalucía (Granada, Córdoba,
Sevilla o Málaga).
Baños de la Encina es villa tranquila sumida en la serenidad
que aportan los muchos años de sus piedras. Su castillo califal se yergue como
la mejor atalaya para asomarse a su barrio medieval, piedra y serenidad
apretados por el cerco o muralla de los Corvera –del que aún resta un torreón y
gran parte de la muralla convertida en palacete-. En el interior, palacios,
casonas e iglesias se elevan salpicando una trama urbana que cuesta entender
pero que le acercan a la herencia medieval castellana.
Al exterior del corazón de la villa antigua,
antiguos caminos como los de Mestanza o el Viejo de Andalucía, se hallan
escoltados por sobrias casonas, molinos aceiteros, ermitas e incluso por un
molino de viento al estilo manchego hoy convertido en el centro de
interpretación “Historias al Viento”, que pugna por elevarse frente al
castillo. El Camarín del Cristo, barroco a rabiar, es una joya indescriptible.
El término de la villa, a caballo entre campiña
y sierra, es pura mezcolanza de culturas. Accesible, su riqueza arqueológica
(Peñalosa, Migaldías, Salas Galiarda, etc.) se entremezcla con el sabor rancio
de sus dehesas cinegéticas y taurinas, todo al amparo de una estampa natural
dominada por un paisanaje, sus gentes, los bañuscos, que son quienes más
aportan al hecho singular que hoy es Baños de la Encina. Al norte, la
aldea minera del Centenillo (pueblo al estilo inglés del siglo XIX), se oculta
como mejor expresión del entendimiento de la actividad humana con el marco
natural que le rodea.
+ info visitas monumentales: http://www.bdelaencina.com/inicio/