domingo, 27 de febrero de 2011

Guía de Peñalosa 3


Una sonrisa

No recibí nunca premio alguno. Cuando chico, en el colegio no había ni para libros de lectura, así que de balones, carreras o trofeos para que hablar. Cuando fui un poco mayor, ya se repartieron medallas en exceso, pero por entonces la noche me robaba demasiado tiempo de la jornada diurna. Así que a casi todo he ido llegando algo tarde. Tampoco es que fuera demasiado bueno en algo concreto, bueno, a no ser que se considere como tal “la lectura rápida”, pero eso no creo que tuviera ningún tipo de reconocimiento, además casi ni se me entendía.

Ya en la Universidad, participé en la organización de varios campeonatos deportivos, los primeros que se hacían en el Colegio Universitario “Santo Reino de Jaén” allá por finales de la década de los ‘80. Asimismo, formé parte activa de dos equipos, el de futbito y el de futbolín. El segundo, donde formaba un dúo imbatible con mi buen amigo José María “el torreño”, se deshizo tras la segunda jornada. José María era todo una máquina en la delantera.

En cuanto al futbito, llegamos inesperadamente hasta la final contra el todo poderoso Matemáticas. Perdimos 2 a 1 en el último suspiro; sólo tenía premio el ganador.

Creo que poco a poco me fui haciendo al trabajo bien hecho sin necesidad de premio alguno, bueno, que mejor premio que un buen resultado, ¡sin más! Así, cuando hace poco nuestros vecinos de Bailén le hicieron un reconocimiento a éste, mi blog, tuve la sensación de cuando de pequeño me daban las notas y eran buenas, ¡trabajo cumplido! Pero, claro, la edad y el tiempo sin recibir “notas”, y también el buen rato de tertulia posterior, le devolvieron a uno un pequeño terroncito de ilusión.

En esas, cuando el viernes llegué del trabajo encontré a mi señora nerviosa como un flan. No tuve tiempo de llegar y ya me estaba poniendo al tanto de los aconteceres de esa mañana, día de celebraciones realizadas en colegio e instituto en torno a la onomástica andaluza. Ella, como madre, participaba en dos concursos del instituto: cocina y prosa. Primero me sorprendió con un tercer premio de mi José Fernando en prosa, el muy “marica” no nos había comentado nada de su participación. Por su parte, ella recibió dos sendos primeros premios con sus trabajos; ¡dos oros y un bronce!

Los años me han hecho un poco insensible, creo que dejo ver muy poco mis estados de ánimo, pero el viernes se trazó una sonrisa en mi corazón.



miércoles, 23 de febrero de 2011

De gamusinos

Ando bien liado, entre otras cosas pasando y ordenando los escritos que formarán parte de nuestro próximo libro de fiestas de Primavera. Aunque quizá, no, con seguridad, este tema más que agobio es satisfacción y deshago. Bueno, pues estando en esta materia me han llegado los textos de Manolo Villarejo, chupa, como todos los años, también los de Lina y algunos otros que son asiduos a esta dedicación.

Los de Manolo creía que ya no podrían sorprenderme, pues daba por hecho que siempre son toda una cajita de pequeños tesoros. Pues nada, Manolo se afana año tras año en darme una satisfacción.

Andaba a vueltas con dedicarles a mis hijos un pequeño cuento cuyo protagonista fuera un gamusino, animal de nuestra mitología más tradicional que se ha visto relegado al olvido entre gnomos y otros diablillos varios. Pues en esas va Manolo y me envía un escrito que es todo una exaltación a nuestras tradiciones más arraigadas y a la fantasía más creativa.

Con su permiso Manolo, no podía dejar de avanzar en mi blog un pequeño párrafo de su escrito “Amigo niño”, un abrazo:

“…Esta mañana muy temprano vi, en el huerto de la “verdeja”, a la Tragantía, esperando que salieran los catutes de su madriguera. Subí rápido a por la escopeta, pero ya no la vi, bajé al barranco de la Alcubilla e iba un dientón detrás de tres carives, le tiré dos tiros al dientón, creo que le di pero se hizo de noche y no lo vi, mañana un valiente de vosotros vendrá conmigo a buscarlo, aunque los dientones heridos son muy peligrosos, por la mañana muy temprano podemos ver en Piedras Bermejas macaveos y en La Verónica gamusinos.

Una tarde se perdieron dos niñas de éstas porque se les hizo de noche, pero antes que los embargos las cogieran salieron tres niños valientes de estos y con sus escopetas las salvaron”.

Estos niños vivían las aventuras de verdad, y se sentían héroes y muy felices.

El otro día salí de caza por el cerro de La Verónica y vi un eccehomo muy esgañifao, como iba tan desastrao y ciego perdío detrás de un gamusino se cayó por una cimbarra y se mató del porretazo; como la piel se le estropeó lo dejé allí, esa noche se lo comieron los lebreles amontaos…”.


viernes, 18 de febrero de 2011

Nuestra primera guía de Peñalosa (Baños de la Encina)

Ya está en el horno (aún es sólo borrador), con textos de Paco Contreras, Auxilio Moreno y colaboraciones puntuales de un servidor; y fotografías y dibujos del "Proyecto Peñalosa" (Consejería de Cultura y Universidad de Granada) y alguna ayudita de Antonio Antolín, Paco Nájera (Casa del Barro), Juan Manuel (Sendero del Bronce) y alguna que otra mía. Portada y contra (están a baja resolución, la calidad es mayor):


JOXE RIPIAU-POSITIVE BOMB

¡Quiero convertir mi cabeza en una bomba positiva!

Allá por los '60

Rebuscando entre las cosas viejas que mi hermano y yo tenemos en las casa de nuestros padres, un verdadero maremagnum de despropósitos, reliquias y trastos, me apareció un viejo folleto turístico de la provincia de Jaén, de los primeros sesenta, aún en pañales y a gatas, no peor que ahora. Además en inglés. Me sorprendió lo claro que tenían, ya por entonces, cuales eran, entrando en materia, los pesos pesados que campaban por estas tierras, como así evidencia el reportaje fotográfico. Pues nada, aún estamos en el tajo haciendo y deshaciendo planes y programa para enterarnos donde meter los cuartos; entretanto ¿dónde están nuestros productos?, pues ahí, en las oficinas de los diseñadores publicitarios, poco hay más allá.







domingo, 13 de febrero de 2011

la torre de la vela

Buena mañana de domingo...

Patti Smith - Because The Night

¡Casi ná!

The Velvet Underground-Sunday Morning

Mañana de domingo, la lluvia esta cayendo
Robar alguna cubierta, compartir algo de piel
Las nubes nos cubren en momentos inolvidables
Te doblas para caber en el molde en el que estoy
Pero las cosas se pusieron muy locas, vivir la vida es muy duro
Y estaría tan contento de levantarme e irme si supiera
Que algún día me traerá de regreso a ti
Que algún día me traerá de regreso a ti

Eso sería todo lo que necesito
En la oscuridad ella es lo único que veo
Ven y descansa tus huesos conmigo
Conduciendo lento en la mañana del domingo
Y nunca quiero irme de aquí

Mis dedos trazan toda tu silueta
Pinto un cuadro con mis manos
Atrás y adelante oscilamos como ramas en una tormenta
Cambiamos el clima seguimos juntos cuando termina

Eso sería todo lo que deseo
En la oscuridad ella es lo único que veo
Ven y descansa tus huesos conmigo
Conduciendo lento en la mañana del domingo
Y nunca quiero irme de aquí

Pero las cosas se pusieron muy locas, vivir la vida es muy duro
La lluvia del domingo a la mañana esta cayendo y te estoy llamando
Cantando que algún día me traerá de regreso a ti
Encontrar un camino que me lleve a casa contigo

Y posiblemente tu no sepas
Eso sería todo lo que deseo
En la oscuridad ella es lo único que veo
Ven y descansa tus huesos conmigo
¿Conduciendo lento?


jueves, 10 de febrero de 2011

1er Raid de Sierra Morena en Baños de la Encina

El próximo mes de marzo, en concreto los días 12 y 13, tendrá lugar el 1er Raid "Sierra Morena de Jaén", primera prueba puntuable de las cinco que forman la Liga Andaluza de Raid de Aventura (LARA), una excelente simbiosis entre deporte y naturaleza. La prueba, que cabe la posibilidad que en su segunda edición sea puntuable para el campeonato nacional, consta de varias modalidades entre las que cabe destacar bicicleta, carrera, canoa, tiro al arco, cuerdas, escalada,... y en general orientación.

La prueba tiene sus principales organizadores en ADIT Sierra Morena y los ayuntamientos de Santa Elena y Baños de la Encina (áreas de Deporte y Turismo), siendo nuestro municipio escenario de la competición durante el día 13, domingo.

Dejo el texto que hemos elaborado como presentación genérica de nuestro municipio y que en breve estará en la web de la entidad que gestiona la organización, junto a otra información práctica como alojamientos y servicios turísticos -en remodelación por ampliación de contenidos- (http://www.neoaktivo.com/):

Baños de la Encina, en concreto la dehesa del Santo Cristo, su conjunto histórico y las tierras de los Ruedos, dan cobijo a la segunda etapa del Ier Raid “Sierra Morena de Jaén”. Sobre una manta de olivos salpicada de espléndidos testigos de la minería histórica giennense, se eleva la villa de Baños de la Encina sobre un otero cuyas raíces penetran entre más de 4.000 años de historia.

A sus espaldas, derramándose sobre suaves lomas que van a expirar al embalse del Rumblar, se extiende la dehesa del Llano o del Santo Cristo, escenario de esta excelente prueba que aúna aventura, deporte y salud. En realidad, este reducto natural forma un magnífico pulmón verde a caballo entre un conjunto histórico que presenta una traza monumental excepcional y, posiblemente, el bosque mediterráneo mejor conservado de España (Parque Natural de la Sierra de Andújar y Parque Natural de Despeñaperros) que acoge en su regazo especies endémicas de un valor sobresaliente, como lobo, lince, cigüeña negra, buitre negro y águila imperial ibérica; o una fauna humanizada que dota a estas tierras de un meritorio patrimonio etnográfico (piezas cinegéticas como ciervos, jabalíes o corzos, y el toro de lidia, posicionándose Baños como el municipio con mayor número de hierros taurinos de la Península Ibérica).

La prueba entra en faena entre las calles del pueblo antiguo, que nos puede parecer que simula un extraño polígono que tiene como vértices el castillo de Baños (Burch al Hammam), el cerco murado de los Corvera (siglo XV), la ermita del Cristo del Llano, una desconocida joya barroca declarada recientemente como BIC, y un singular molino de viento al uso manchego (siglo XVIII). En realidad nos encontramos con un pequeño pueblo que ya desde la baja Edad Media se va extendiendo desde su castillo hasta la Plaza Mayor, donde se erige la parroquia de San Mateo (siglo XV-XVI, BIC), y desde ahí, la piedra, omnipresente en calzadas, casonas, iglesias e ingenios, se va adueñando de uno de los mayores exponentes urbanísticos y monumentales de Castilla en Andalucía.

A modo de cálido abrazo, Ruedos y dehesa del Llano extienden la calidad ambiental y patrimonial de este rincón urbano de Sierra Morena a su periferia, dando paso a un nuevo escenario para el desarrollo de la prueba. Entre alomadas colinas de pizarra se elevan bellísimos berrocales de roca bermeja que dan cobijo a un magnífico bosque de pino piñonero y carrasco entre cuyos mástiles se esfuerzan por ganar su sitio recios vástagos de encinar y un sotobosque formado por un amplio abanico de jaras, romero, cantueso, mejorana y un incipiente lentisco. Un mágico bosque de piedras de colores que acoge a su sombra históricos huertos en barranco, quiñones apagados, majadas medievales de oveja merina trashumante, fuentes, alcubillas y pozos, y un patrimonio arqueológico excepcional que tiene como mejores representantes el fortín argárico de Migaldías o el poblado de Peñalosa (4.000 años), excavado y restaurado, que planta su reales en pleno embalse del Rumblar, última escala de nuestra prueba.

Enlace sobre actividades educativas en Baños de la Encina

Si es que nuestro pueblo es un escenario didáctico irrepetible: http://culminaserviciosturisticosyculturales.blogspot.com/2011/02/pequenos-molineros-y-panaderos.html

Natalie Haas' "Between"

Excelente recomendación, muchas gracias. El tema de los "explosión" es porque quizás nos visiten en breve.

lunes, 7 de febrero de 2011

Pelageya - Ptashechka (live)

Gracias señor "discópolis".

Nueva guía de Baños en inglés

Otro pasito más, ya está en imprenta. Maquetación de Artifactum Soluciones creativas e impresa por Gráficas la Paz; fotografías pertenecientes a varios autores, entre ellos Culmina, Agustín Rodríguez y Juan Manuel Ortiz; y textos de Susana Martín y un servidor traducidos por Antonio Amancio Jiménez.

viernes, 4 de febrero de 2011

Por el geosendero

Fotografía del trance que nos ha sido enviada por la gente de "ecologistas en acción" del Valle de Alcudia que recientemente han realizado el geosendero de la Pizarrilla.

jueves, 3 de febrero de 2011

A vueltas con la candelaria

Cuando miro atrás, con alguna incertidumbre, me veo toda la vida dedicando dos meses del año, desde La Pura hasta el mismo 2 de febrero, a la faena de la candelaria. La memoria, como la propia vida, es bastante engañosa y con seguridad no empecé a trajinar en estos menesteres que devanean entre lo lúdico y las enseñanzas de la vida de los antaño pueblos, hoy segundas periferias de la modernidad, hasta los siete u ocho años, ya instalado de manera definitiva en los arrabales del Corralón. Pero empeñado en la memoria quiero seguir creyendo que fue y ha sido desde toda la vida.

Entre tanto ajetreo pasaban las navidades como en un suspiro, casi sin afectar a nuestros empeños cotidianos; creo que puedo asegurar que no eran de las fiestas más preciadas por los zagales que éramos en aquellos años. Bueno, pues puestos en el tajo, como era de esperar, ir a por leña, pues que como que íbamos muy poco. A ratos, los sábados por la mañana que, a buen seguro, acababan en gresca. Cierto es que gran parte de la materia a consumir la teníamos bien cerrada, pues diariamente éramos perceptores de los haces de ramón de las cabras que Daniel tenía en un cuadrichín al final de la calle Trinidad, casi lindero con el Pozo de la Vega.

Los primeros impulsos, antes de finar el año, se dedicaban a segar un poco de tomillo por encima de la Cueva del Grajo, que, una vez seco con los gélidos días de invierno, haría de corazón de la trama en el momento de la combustión, ¡vamos, de encendija! Con tamaña recompensa asegurada y el botín de Daniel, las rentas tomaban cobijo en nuestro cuchitril del Cotanillo. Pero aún así, con la pertinaz excusa de buscar leña, de cuando en cuando, nos escapábamos por los arrabales de los Ruedos con el claro objetivo de apropiarnos de las cosas de un entorno del que cada vez queríamos ser más protagonistas.

En éstas, una mañana de sábado como otras muchas de los crudos inviernos que debían preceder a la candela, nos subimos a la Piedra Escurridera a recoger alguna rama seca de quinino, pero con el evidente objetivo de tentar nuevas experiencias. Tras la pertinente escurrida solapada, nuestro afán no era otro que afirmar como cierto que en la dehesa pastaban los toros de Pedrín el de Leoncio, y eso sólo se demostraba rondando por bajo de la Alcubilla. Ante la cansina mirada de dos vacas y tras varios intentos de cruzar la alambrada, fuimos a concluir que saltar y correr era la opción más adecuada; y así se hizo no sin alguna que otra caída entre alambres, varios improperios, muchos achuchones, alguna escurrida hacia el arroyo,… y una carrera de muerte hasta la cola de la Picoza con Cerro Molinos. Y a todo esto, bajo la escurridiza y burlona atención de las morlacas que quedaron con la quietud de quien pace en su casa.

Era día de estreno. Había heredado, o como luego y muy a menudo diría mi hermano, confiscado una camisa vaquera, de broches blanco nacarados, a mi padre. Quizá, desde entonces, perdí el mayor interés por la ropa. Bueno, pues en esas, muy orgulloso de mi prenda y mi veloz y nada accidentada carrera, me pavoneaba junto a una barca de las viejas. Apenas la dejamos caer en el agua, cuando un vozarrón hizo que se nos cayera el alma. Fue toda una, soltar y de nuevo correr en travesía inversa hasta superar por lo bajo los espinos de la alambrada.

Cuando ya pausado quise recuperar el resuello, la conciencia, perdido el vértigo que trajo consigo la hazaña, vino a reclamar su atención dejando constancia de un fino pinchazo en la espalda, donde un enorme siete hizo trizas mi momentánea galantería.

Así que cuando este año mi José Fernando, en un desliz de la Xbox y saltando sobre su tradición, me dice que este año quiere hacer la candelaria con sus compañeros, aunque tardía, dejo escapar una sonrisa. Bueno, ¡ahora sólo le queda saber que el ramón tiene que estar ya cortado de la oliva y tirado en la camá, para la próxima!

miércoles, 2 de febrero de 2011

La Transandalus a su paso por Baños de la Encina (Jaén); el Camino de Majavieja

Cuando en un pequeño anchuroncillo tenemos la portera de Navarredonda a nuestra diestra, la ruta nos obliga a girar noventa grados a la izquierda buscando el cortijo del Salcedo. En ese momento debemos echar la vista atrás para otear las últimas estribaciones de una ondulada serranía salpicada de amplias manchas de encinar, restos de históricas minas y majadas taurinas, pues momentáneamente, hasta la próxima etapa, olvidamos la sierra para adentrarnos en las entrañas de la campiña jaenera, una tierra llana que alarga hasta el infinito el horizonte, eternamente pasajera, pletórica de olivar. En esta situación y antes del giro mencionado, si nos apeteciera prolongar nuestra marcha por cauces serranos, podríamos seguir al frente, cogiendo en dirección inversa el hilo del GR-48 Sierra Morena que viene a saludarnos. Durante unos seis kilómetros y sobre la traza del cordel de Guarromán cabalgaríamos sobre la falla de Baños, entre pinares y encinas, hasta toparnos con la mancha, entre parda y blanca y rematada por un molino al uso manchego, de un pueblo de Sierra Morena: Baños de la Encina.

Pero rodamos definitivamente sobre el trazado de la Transandalus que, a poco, antes de penetrar entre ordenadas hiladas de olivos, nos lleva a darnos de bruces con la señorial casería del Salcedo, hoy una vieja casona que administra de manera productiva el fruto de Atenea, pero que antaño lo compaginaba con el néctar de Baco. Se trata de un amplio cortijo de claros tintes pétreos que aunque rezuma de las nuevas tendencias clasicistas de finales del siglo XVIII y los primeros devaneos del XIX, hunde sus raíces en aquellos años del XVII cuando cuatro caserías bañuscas (Manrique, del Conde, Mendozas y la propia del Salcedo) comandan la mudanza masiva de unas tierras de calma (cereal y legumbres) en anchuroso olivar. En el cortijo giramos a la derecha, sobre un camino de tierra que, ahora ya sí, penetra entre un mar verde plata hilvanado de olivos.

Avanzamos por el camino de Majavieja, a poco también del santuario de Nuestra Señora de la Encina. Por la derecha quedan atrás las ruinas del cortijo del Rubial o Casa del Miedo, cuando por nuestra siniestra, como una de esas imágines que asoman momentáneamente en nuestra retina, entre las hiladas verde plata, por momentos, hace como que quiere llamar la atención una enorme masa pétrea, con seguridad el eterno santuario de Nuestra Señora de la Encina. Sus cimientos albergan un viejo torreón que controlara los polvorientos caminos de la baja Edad Media de estas tierras, lugar de cruentas batallas en el albor de la Edad Moderna, que no tuvo reparo en mudar a una pequeña ermita que, con los años, el parabién de Nuestra Señora y el trabajo de los bañuscos creció hasta tomar las formas que hoy engalana (1621). Al amparo de una centenaria encina, de la que aún hoy podemos apreciar el arranque de su magnífico tronco y un vástago orgullo, este santuario recibe en romería, el segundo domingo de mayo, a los bañuscos que vitorean a su chiquitilla de los olivares.

Aún con el recuerdo de tan magno edificio, casi tropezamos con la pequeña, pero recia mole de la ermita del Cristo del Camino; torreón que fuera compañero de batallas de su parejo de la Encina, e igual que él mudado de la milicia a la vida calma y a la contemplación divina. Cuenta la tradición y sigue siendo costumbre que, en tiempo de cosecha, los bañuscos que por allí arribaran debían echar un puñado de aceitunas por la ventana de la ermita, de tal manera que con este fruto se obtuviera suficiente aceite para iluminar al Cristo del Camino durante el año, cuya humilde y querida romería, a modo de víspera, se adelanta una semana a la de su vecina y Madre. En este punto podemos acercarnos, de ida y vuelta, al santuario de la Encina donde, junto a la ermita (la antecede por nuestra derecha), podremos apreciar las ruinas de una vieja villa romana que nos habla de la situación principal de este enclave.

Sobre la traza del polvoriento camino, a tramos salpicado de viejos empedrados que denotan un origen más noble como viario entre las Castillas y Andalucía, avanzamos rápido entre padrones rasurados por el avance del olivar, aunque en contadas ocasiones, entre los muros de piedra que aguantan la sacudida de la modernidad de los arados, asoma algún majuelo o una zarza que resiste el envite. Como de la nada, tras una curva algo cerrada, por nuestra diestra nos recibe la vieja casona de los Manrique, otrora casería aceitera y hogaño finca taurina; antaño recia construcción castellana hoy vestida de flecos que tiran para la baja Andalucía. Donde hubiera un milenario lentisco señorea ahora una bella “plaza de tientas” que deja clara constancia de la mudanza de los usos, ¡cosas de la vida que hoy luzca como apelativo el de Finca el Lentisco!

De nuevo y a nuestra derecha, rompiendo la cotidianidad del camino, nos viene a saludar una blanca y agachada estructura que, en un amago de acompañarnos en nuestra ruta, parece querer estirar su perfil hasta la próxima curva que oculta la traza caminera. Se trata de un pequeño pilar o abrevadero, el de la Virgen, al modo de los de ganado, que recoge las aguas de un viejo venero que aprovecha la falla, el encuentro entre la roca serrana y las tierras del valle, para dejar que mane, unas hiladas más arriba del pilar, en pleno olivar, un agua de pizarra limpia y de una calidad extrema. Según avanzamos, el pilar asume la despedida como apretándose contra el firme mientras que, al frente, comienza a elevarse el desafiante perfil de la villa de Baños.

En breve nos topamos con un cruce viario que antaño diera cobijo a la desamortizada ermita de San Marcos y que hoy oculta la polvorienta historia de este camino de carros y verea de carne bajo un asfalto que simplifica lo cotidiano. Al frente, la carretera nos arrastra de manera irremisible a nuestro destino; a la siniestra, pareja al carril que va en busca de la vecina Linares, asoma un almazara de aceite, la de Jesús del Camino, y, casi a su vera, se eleva desolada una torre que fuera para fabricar perdigones de plomo. Por la diestra, a poco que avanzamos hacia el pueblo, nos abre paso una pequeña área de descanso, la del Pozo Nuevo. Se trata de una vieja industria hídrica, casi de tintes monumentales, que sestea sus recias piedras entre una plácida alameda.

Como avanzando hacia nosotros, se atisba ya cercano el castillo de Baños o ¿quizá sea el Hish Banya?, queda para otra etapa.

 El Salcedo

 Baños de la Encina, desde la Sierra

 Santuario de la Virgen de la Encina entre los olivares

 Ermita de Jesús del Camino

 Santuario de la Virgen de la Encina

Pozo Nuevo

Castillo y San Mateo con el Cerco de los Corvera en primer plano
 
Fotografías: Antonio Antolín y un servidor.