Hace poco más de un año que busqué cobijo en mi infancia, quizá ahogado por responsabilidades propias y ajenas. Embarcado en más frentes de los que uno es capaz de remar, entendí que podía liberar subconsciente derramando palabras en esta maraña virtual, y así tomé el hato de contar mis andanzas en el escenario de mi niñez, en la calle donde no vive nadie y que a diario me conducía a mi añorado Corralón; ese que hoy, desde que los zagales no corren por sus cuestas, hoyos y vericuetos; desde que no maquinan riñas, afrentas y desaguisados,… no encuentra su alma errante.
Cuando niño, y aún cuando un poco mayor, soñaba todas y cada una de las noches, y también de los días. En contadas ocasiones eran pesadillas, las menos, casi siempre eran aventuras y desventuras, aprietos y desaprietos, por un mundo que imaginaba y creaba a mi antojo. Después, cuando creí coger las riendas de la vida, esos sueños fueron desvaneciéndose como las goteras de hielo al venir el día. Tuve que pasar a construirlos en la vida real.
Pero igual que lo sueños no están encorsetados al tiempo o al espacio, los de la vida, ¡maldición!, los aprieta la cincha del espacio y soportan el peso del tiempo. Así que eché mano de mi cotanillo para escapar de los aprietos mundanos.
A poco, entre las ortigas y los pisoteados escombros empezaron a sacar cabeza las amapolas y, de retorno, volví a escuchar la algarabía de los chiquillos desde la ventana que se asomaba al cotanillo, la del cuarto que fuera de mi Chacho Vicente, y de sus piñones, …; y entendí que elcorralón, y también elcotanillo, se esconden en lo más hondo de cada uno de nosotros, allí se cobijan desde que uno es niño, y ahí sigue, si los buscas, dando ánimo a los sueños y a que uno los comparta.
Decía mi abuela, mirando de reojo a un marido en horas bajas y amagando una especie de seseo, “que de Bailén, no podía venir nada bueno, ni las masetas”; aunque con el tiempo he venido a reconocer que esta abuela decía muchas verdades, también he comprendido que ésta no era una de ellas y que en realidad lo decía por encoraginar y reprender a un esposo masetero que alternaba a espaldas suyas. Así que, muchas gracias por el reconocimiento, pero sobre todo por construir comarca y facilitar que nuestras gentes se identifiquen con esta tierra cuando a los demás nos la trae al pairo. Y, por supuesto, muchas gracias a todos los que os asomáis por aquí que, de una forma u otra, creo, comprendéis porque calló cuando calló, y hablo cuando hablo.
Queremos ser las primeras en felicitarte por tu premio.Estábamos a la espera de que apareciera un nuevo relato,¡magnífico como siempre! un saludo.
ResponderEliminarEnhorabuena, mereces el premio.
ResponderEliminarAunque ya te felicitamos algunos esta mañana, me reitero, y decirte que de mayor me gustaría escribir como tu!(casi no me queda nada!)
ResponderEliminarUn saludo JoseMaría.
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Enhorabuena, cada dia nos sorprendes
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