lunes, 6 de septiembre de 2010

La canción del espantapájaros - 091

Ahora que Rosi está de líos preparando libros y materiales para el inicio de curso de los chiquillos, me viene al recuerdo lo desastre que yo era en materia escolar. En E.G.B. apenas tuve problemas, de mi prima Puri, la mayor, la de mi tío Jeromo, los libros pasaban de manera alternativa a mi prima Carmen o a la otra Puri, luego a mí, después a Dioni, mi hermana Ana Puri, …; así, sin problemas de continuidad, pues Puri no fallaba, iba pasando cursos de manera tajante. El esfuerzo económico de mi tío Jeromo y la constancia en los estudios de mi prima Puri eran rentas de las que íbamos tirando casi todos los primos menores.

En todo caso, era poco costoso en material escolar. Me compraba tres bloc (Matemáticas, Lengua y Nuestro Mundo, luego Cosmos), eso sí, de distinto color, y este era todo el hato que paseaba Mestanza arriba, Mestanza abajo. Acercándome a la verdad, apenas recuerdo que en “básica” llegará a tener alguna cartera, en todo caso durante párvulos.

En B.U.P., vinieron las “mudanzas” y apenas heredé los libros de mi prima. De todas formas, aventajado en descuidos, no había curso que llegara a buen puerto con todo lo menesteroso. Por supuesto desconocía lo que era plastificar un libro o tener un estuche, era de lápices de colores que bailaban en su estuche acartonado de Alpino, la mayoría de punta caduca. Es justo reconocerlo, era de equipaje ligero. Durante la carrera, en mis tiempos de Jaén, quizá por lo novedoso de la situación, llegué a comprar tres libros: el “Martín González”, libro oficioso de Arte, otro de historia medieval y uno de tendencias “materialistas” imbuido por Arturo Ruiz, “Comercio y Mercado”. En Granada no me estrené.

Pero eso sí, fui de no perder un apunte gracias a mi buen amigo y compañero Egidio Moya, no por esfuerzo propio, y de escarbar en todo artículo que oliera a interesante. Así fui llenando de “papeles” los armarios de la casa de mis padres y así tengo aún la mía, pese a la creciente reducción que voy aplicando de forma más o menos metódica.

Anecdótico, en tercero, tras una primera semana de apuntes, a mi vuelta cotidiana el lunes tras un ajetreado fin de semana cinegético (liria), decidí llevar unos “pajarillos”, así salíamos del estoico menú semanal. Invité a compañeros de piso y ajenos, como Vicente Gallego, a mi buen amigo Eduardo Araque, ya viejo profesor mío, desde primero, y al bueno de Antonio que, por entonces harto ecologista, sólo comió salchichón. Para rematar la faena eché en el macuto, con ropa y apuntes, una garrafa de cinco litros de buen vino manchego, de cristal, recuerdo de una escapada con el torreño a las tierras del amigo “Sancho”. Frente a la puerta de Cati “la del chinito” el asa cesó en sus funciones viniéndose la mitad de la aventura al traste. Ropa y apuntes quedaron perfectamente impregnados de los mejores aromas de la llanura manchega.

Ya en Granada, llegué a entender que era una constante que el curso se inaugurara con concierto de 091. Uno de los años, por septiembre, cogimos mi primo Dioni, Juanatos y yo el hato y nos los fuimos a ver a Andújar de la mano del “grande” de Hilario, para San Eufrasio. No llegó al mes y ya estábamos de nuevo “pegando votes” en Granada.

¡¡¡Eran de los más grandes!!!


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