El Monte Burguillos se localiza al noroeste de Bailén, entre la depresión Linares-Bailén y las primeras estribaciones de Sierra Morena. Su estratégica ubicación, como vía de comunicación entre las tierras del interior y las del mediodía peninsular, así como la cantidad y diversidad de recursos naturales que posee han propiciado su ocupación desde tiempos remotos.
El poblamiento
parece iniciarse durante el Paleolítico Medio (ca. 127.000 a.C.–70.000 a.C.), como
así lo ponen de manifiesto diferentes útiles en cuarcita —bifaces, raederas,
raspadores, etc.— hallados en zonas en particular del Área Recreativa, La Casa
de Buenaplata, El Chaparralillo o La Huerta de los García. Dando un enorme salto
en el tiempo, en el II Milenio a.C. se produce una autentica colonización de
toda la cuenca del Rumblar, pues los poblados adscritos a la Cultura del Argar
(Edad del Bronce del Sureste Penínsular) obtienen en la zona abundante mineral de
cobre. Burguillos volverá a poblarse nuevamente, siendo uno de estos
asentamientos típicamente argáricos el conocido como la Tiná.
Durante la Edad
del Hierro y la posterior ocupación romana, mientras que la depresión
Linares-Bailén experimentará una colonización
sucesiva, Burguillos se verá relegado a zona de captación de materias primas y
de recursos naturales. Testimonios de este pasado son las más de 40 canteras de
granito catalogadas, algunas de ellas, como Piedra Caballera, explotada, al
menos, desde el siglo I a.C. en función de los materiales encontrados en
superficie. Desde el siglo V, coincidiendo con
las invasiones de los pueblos germánicos y la caída del Imperio Romano
de Occidente, se produce un cambio del poblamiento, desplazándose de las zonas
llanas hacia otras en altura, con un mayor control del territorio y de las vías
de comunicación. A este periodo pertenecería el asentamiento desplegado en el
Arroyo de Las Mirabelas y en el del entorno del Chaparralillo.
Las primeras
referencias escritas sobre Burguillos datan del siglo XIII, cuando Alfonso X el
Sabio le otorga a Bailén el privilegio de su uso comunal como Dehesa Boyal.
Con este nombre fue conocido hasta 1594, cuando pasó a denominarse Dehesa de
la Villa. Por entonces, limitaba al sur con el Guadalquivir y por levante
con el Camino de Baños a Andújar, y pareja al Rumblar subía desde la Venta del
Toledillo, por Sevilleja y Los Arenales, hasta Burguillos, hoy último reducto de aquella enorme dehesa boyal del pueblo de Bailén,
donde, a mediados del siglo XVIII, pastaban 130 yuntas de bueyes y 14 pares de
mulas. Fue a finales del siglo XVIII, con la política colonizadora de Sierra
Morena impulsada por Carlos III, cuando la extensión de la dehesa, determinada
hasta entonces por el curso del río Rumblar, se redujo quedando definitivamente
marcados sus límites. La Vereda de Bailén quedó como la línea que segregaba la
dehesa y el término de la actual población de Zocueca.
Será a partir de
época Contemporánea cuando en las tierras de Burguillos se incremente la actividad.
La penuria económica de un amplio sector de la sociedad motivará que las clases
más necesitadas busquen su sustento en estas tierras. Las huellas de estos rancheros
—carboneros, labriegos y pastores trashumantes— han quedado fosilizadas en el
paisaje a través de sus construcciones: torrucas, apriscos, molinos, caleras,...
Durante la guerra civil (1936-1939),
Burguillos es protagonista pasivo de tan cruento episodio. El bando republicano,
previendo la ofensiva de los nacionales hacia el interior, despliega a lo largo
del río Rumblar, y hasta su desembocadura en el río Guadalquivir, una serie de
recintos fortificados. El Cerro de las Trincheras es uno de los vestigios más
interesantes de este programa.
En el año 1969 el
Monte Burguillos pasará finalmente a ser de titularidad pública tal como lo
conocemos en la actualidad.
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