Este año mi hermano ha estado haciendo en el horno de su casa tortas, sobás y hornazos, según la vieja receta de mi padre; mi señora y mi “bartolejo” también han estado metidos en harina (con unos bizcochos exquisitos) mientras yo seguía rumiando la vida y obra de Escipión, el “Africanus”, un magnífica trilogía de Santiago Posteguillo. Aunque una obra excelente, creo que me encuentro un poco oxidado.
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