Cuando se acerca la guía con los acompañantes a la primera meseta inferior, se incorpora a hurtadillas, de incógnito, desde detrás de la torre del alcazarejo, un personaje que comienzan a exclamar mirando a los visitantes:
Abdala.- ¿Quiénes sois?, acaso las huestes de Néchir que vienen en busca de mi alma pese a que aún estoy vivo. ¡No!, esas ropas tan extrañas, los hierros de vuestras manos, los vidrios que situáis sobre los ojos y que decir del olor tan intenso que dejáis, seguro, sois alcahuetas cristianas. ¡Maldita mi suerte!
Guía.- No buen señor, somos gente de bien que venimos a conocer este castillo.
Abdala.- ¿Cristianos o moros?
Guía.- De todo un poco.
Abdala.- Cristianos seguro, ¿cómo podríais ser gente de bien?
Guía.- ¿Y quién es usted señor?
Abdala.- Un pobre desgraciado, Abdala, hijo de Ahmed y servidor de Alá todopoderoso y que aquí me ven, perdido en el tiempo.
Guía.- ¿Perdido en el tiempo?
Abdala.- Sí buena dama, perdido en el tiempo. Era emisario de Al Nassir, príncipe del Islam. Nuestra adivina no tuvo otro acierto que enviarme al futuro para saber el resultado de la batalla que nos iba a enfrentar al rey castellano Alfonso VIII y así prevenir errores. ¡Vieja bruja!, ¿dónde me ha enviado? (con retintín), ¡creo que se ha pasado 3 pueblos!
Guía.- Y tanto, la batalla fue en el 590 de la Hégira del profeta y ya estamos en el 1.388 de vuestro calendario; en el año 2010 desde el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Abdala.- Creo que no es necesario preguntar por el resultado final de la batalla, es evidente (pronuncia resignado). Entonces, claro, no sois acompañantes de Néchir.
(en esos momentos vuelve a aparecer Charún dando vueltas alrededor de los visitantes, se detiene).
Guía.- No, claro que no (afirma arrinconando a Charún contra el torreón del alcazarejo bajo la amenaza de la rama de álamo).
Abdala.- En verdad que este ser tampoco parece Nechir, demonio del Purgatorio, donde creía haber llegado, pero debe ser algún monstruo de su calaña ¡Echadlo a patadas! (el guía le pisa la sombra -la manera más fiable para hacerlo huir- y Charún escapa despavorido). Puedo contaros algunos datos sobre este castillo, aquí vinieron mis huesos a ver la luz tres décadas antes de la gran batalla, esa que me perdí de manera definitiva.
Por cierto, ¿qué son esos hierros que abrazan los muros del castillo?
Guía.- Son andamios, el castillo, aunque ya no se dedica a la guerra, necesita un mantenimiento, así ha llegado en excelentes condiciones hasta nosotros.
Abdala.- ¿Sabéis?, mi abuelo fue alarife principal, participó en las obras de construcción del castillo siguiendo las normas sagradas traídas de oriente. ¿Conocéis que nuestro pueblo, los guerreros almohades, fueron los mejores constructores de castillos del orbe conocido?, al modo sirio y persa logramos un tapial duro, mucho más aún que el que elaboraban los romanos.
El mortero, la tabiyya, se hacía con tierra limpia, lavada, traída de la parte superior de las mesetas de arenisca que hay frente a este cerro, …
Guía.- Del cerro de la Calera que forma la parte alta del pueblo y del vecino Gólgota (apostilla el guía indicando los lugares a los acompañantes).
Abdala.- … chino de río, cal y agua. Se fabricaban grandes cajones de madera o encofrados, de 2 codos de alto (82 cm.) por 4 o 6 de largo, que si iban situando sobre una vigas de madera llamadas agujas. Éstas, al pudrirse, han dejado los agujeros que ahora veis, también llamados mechinales, que hacen la función de junta de dilatación. Sobre estos cajones se iba vertiendo el tapial que era apretado con un pesado pisón de madera.
Guía.- Nosotros seguimos, ¿nos acompañas Abdala?
Abdala.- Por supuesto.
(Cuando pasamos junto a la casa de las tinajas Abdala comienza a llorar).
Guía.- ¿Qué te ocurre Abdala?
Abdala.- Esta era mi casa, como puedes ver ahora profanada por el maldito elixir de los paganos ¿o es que acaso no veis esas tinajas de vino y el lagar para pisar la uva que debieron construir los seguidores de vuestro maldito Dios?
Guía.- ¿En verdad no bebíais vino?
Abdala.- Nunca (dice rotundo). Bueno, al principio de llegar a Al Andalus, después se relajaron las costumbres y… durante las comidas nos justificábamos afirmando que era vinagre para una mejor digestión (dice en un tono más simpático y guiñando el ojo). Pero también los frailes cristianos, al principio de la Cuaresma, lanzaban un cerdo al río y hacían como que lo pescaban, ¡así tenían pescado para toda la Cuaresma! No, si en todos sitios cuecen habas.
Aún recuerdo cuando pequeño la mezcla de espléndidos olores que desprendían los guisados de mi madre: a ajo, tomillo, miel, laurel, pero nada de pimienta ni nuez moscada, que eso viene de oriente y es carísimo… Mi madre, a menudo, organizaba un “berenjenal”.
Guía.- ¿Cómo?
Abdala.- Sí, la berenjena era para nosotros un manjar exquisito, de ahí el apelativo que dábamos a nuestras grandes fiestas: berenjenal; no podía faltar de mil formas y maneras. En los buenos tiempos, los berenjenales eran casi continuos.
(Dirigiéndose al guía) ¿Acaso mascas hinojo, o se trata de un panal de miel?
Guía.- No buen Abdala, se trata de un chicle (le pasa uno).
Abdaba.- (haciendo muecas de lo fuerte del chicle) ¡Está muy bueno! pero creo que ya es momento de dejaros y volver a mi sitio, no sea que la vieja bruja intente hacerme volver a mi tiempo. Que Alá sea con todos, buenas gentes.
Fotografía: www.bdelaencina.com
Abdala.- ¿Quiénes sois?, acaso las huestes de Néchir que vienen en busca de mi alma pese a que aún estoy vivo. ¡No!, esas ropas tan extrañas, los hierros de vuestras manos, los vidrios que situáis sobre los ojos y que decir del olor tan intenso que dejáis, seguro, sois alcahuetas cristianas. ¡Maldita mi suerte!
Guía.- No buen señor, somos gente de bien que venimos a conocer este castillo.
Abdala.- ¿Cristianos o moros?
Guía.- De todo un poco.
Abdala.- Cristianos seguro, ¿cómo podríais ser gente de bien?
Guía.- ¿Y quién es usted señor?
Abdala.- Un pobre desgraciado, Abdala, hijo de Ahmed y servidor de Alá todopoderoso y que aquí me ven, perdido en el tiempo.
Guía.- ¿Perdido en el tiempo?
Abdala.- Sí buena dama, perdido en el tiempo. Era emisario de Al Nassir, príncipe del Islam. Nuestra adivina no tuvo otro acierto que enviarme al futuro para saber el resultado de la batalla que nos iba a enfrentar al rey castellano Alfonso VIII y así prevenir errores. ¡Vieja bruja!, ¿dónde me ha enviado? (con retintín), ¡creo que se ha pasado 3 pueblos!
Guía.- Y tanto, la batalla fue en el 590 de la Hégira del profeta y ya estamos en el 1.388 de vuestro calendario; en el año 2010 desde el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Abdala.- Creo que no es necesario preguntar por el resultado final de la batalla, es evidente (pronuncia resignado). Entonces, claro, no sois acompañantes de Néchir.
(en esos momentos vuelve a aparecer Charún dando vueltas alrededor de los visitantes, se detiene).
Guía.- No, claro que no (afirma arrinconando a Charún contra el torreón del alcazarejo bajo la amenaza de la rama de álamo).
Abdala.- En verdad que este ser tampoco parece Nechir, demonio del Purgatorio, donde creía haber llegado, pero debe ser algún monstruo de su calaña ¡Echadlo a patadas! (el guía le pisa la sombra -la manera más fiable para hacerlo huir- y Charún escapa despavorido). Puedo contaros algunos datos sobre este castillo, aquí vinieron mis huesos a ver la luz tres décadas antes de la gran batalla, esa que me perdí de manera definitiva.
Por cierto, ¿qué son esos hierros que abrazan los muros del castillo?
Guía.- Son andamios, el castillo, aunque ya no se dedica a la guerra, necesita un mantenimiento, así ha llegado en excelentes condiciones hasta nosotros.
Abdala.- ¿Sabéis?, mi abuelo fue alarife principal, participó en las obras de construcción del castillo siguiendo las normas sagradas traídas de oriente. ¿Conocéis que nuestro pueblo, los guerreros almohades, fueron los mejores constructores de castillos del orbe conocido?, al modo sirio y persa logramos un tapial duro, mucho más aún que el que elaboraban los romanos.
El mortero, la tabiyya, se hacía con tierra limpia, lavada, traída de la parte superior de las mesetas de arenisca que hay frente a este cerro, …
Guía.- Del cerro de la Calera que forma la parte alta del pueblo y del vecino Gólgota (apostilla el guía indicando los lugares a los acompañantes).
Abdala.- … chino de río, cal y agua. Se fabricaban grandes cajones de madera o encofrados, de 2 codos de alto (82 cm.) por 4 o 6 de largo, que si iban situando sobre una vigas de madera llamadas agujas. Éstas, al pudrirse, han dejado los agujeros que ahora veis, también llamados mechinales, que hacen la función de junta de dilatación. Sobre estos cajones se iba vertiendo el tapial que era apretado con un pesado pisón de madera.
Guía.- Nosotros seguimos, ¿nos acompañas Abdala?
Abdala.- Por supuesto.
(Cuando pasamos junto a la casa de las tinajas Abdala comienza a llorar).
Guía.- ¿Qué te ocurre Abdala?
Abdala.- Esta era mi casa, como puedes ver ahora profanada por el maldito elixir de los paganos ¿o es que acaso no veis esas tinajas de vino y el lagar para pisar la uva que debieron construir los seguidores de vuestro maldito Dios?
Guía.- ¿En verdad no bebíais vino?
Abdala.- Nunca (dice rotundo). Bueno, al principio de llegar a Al Andalus, después se relajaron las costumbres y… durante las comidas nos justificábamos afirmando que era vinagre para una mejor digestión (dice en un tono más simpático y guiñando el ojo). Pero también los frailes cristianos, al principio de la Cuaresma, lanzaban un cerdo al río y hacían como que lo pescaban, ¡así tenían pescado para toda la Cuaresma! No, si en todos sitios cuecen habas.
Aún recuerdo cuando pequeño la mezcla de espléndidos olores que desprendían los guisados de mi madre: a ajo, tomillo, miel, laurel, pero nada de pimienta ni nuez moscada, que eso viene de oriente y es carísimo… Mi madre, a menudo, organizaba un “berenjenal”.
Guía.- ¿Cómo?
Abdala.- Sí, la berenjena era para nosotros un manjar exquisito, de ahí el apelativo que dábamos a nuestras grandes fiestas: berenjenal; no podía faltar de mil formas y maneras. En los buenos tiempos, los berenjenales eran casi continuos.
(Dirigiéndose al guía) ¿Acaso mascas hinojo, o se trata de un panal de miel?
Guía.- No buen Abdala, se trata de un chicle (le pasa uno).
Abdaba.- (haciendo muecas de lo fuerte del chicle) ¡Está muy bueno! pero creo que ya es momento de dejaros y volver a mi sitio, no sea que la vieja bruja intente hacerme volver a mi tiempo. Que Alá sea con todos, buenas gentes.
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