lunes, 15 de marzo de 2010

El Bosque de Bronce

A través de la estrategia de Turismo Sostenible ADIT Sierra Morena, el área de turismo de nuestro ayuntamiento ha obtenido una ayuda para la puesta en valor del Sendero del Bronce, el PR-A 288 homologado por el Comité de Senderos de la Federación Andaluza de Montañismo, y que fuera señalizado bajo el auspicio de un programa de la Consejería de Turismo y Deporte denominado “Sierra Morena, tierra minera”. Programa que nació al amparo del Plan Senda y que tuve el honor de dirigir en el primer lustro de este siglo.

El nuevo programa nos permite recuperar el balizamiento ya perdido, equipar el sendero de aquellas infraestructuras necesarias para el mayor disfrute del paseo, como son la instalación de bancos y mesas en zonas concretas, la reforestación de espacios puntuales relacionados con lugares donde se instalen las mesas, la implantación de siete paneles que permitan interpretar los valores naturales, arqueológicos y etnográficos de la Dehesa Santo Cristo y la edición de un nuevo folleto de campo que mejore el que en estos momentos está ofreciendo la Oficina de Turismo.

Las balizas de madera cilíndrica va a ser sustituidas (las que falten) por hitos de pizarra, al modo de los antiguos mojones. Este hecho debe darle más durabilidad y capacitarle de una mayor integración en su entorno natural y cultural. Ya hemos realizado una prueba, en las Eras, en el enlace del camino de la Cueva de la Mona (Cueva de la Niña Bonita) con la prolongación de la calle Eras. Aún le falta la piedra superior que debe cerrar el hito y, creo, la señal de piedra que contiene la doble línea (amarilla y blanca) que lo identifica como PR quedará mejor en bajo relieve, pero entiendo que el resultado puede ser satisfactorio.

Ya tenemos los textos de los paneles redactados. Siete en total a falta de la elaboración de los dibujos que acompañarán a los paneles. El texto, por una parte, aporta una interpretación genérica de un bien general o concreto, y por otra, establece un texto dirigido a los niños que, siendo objetivo con lo que comunica intenta rodearse de un mundo imaginario que debe permitirle ser atractivo para los niños.

Por otra parte, el texto dirigido a los niños pretende aportar los suficientes argumentos para la edición de un futuro cuaderno didáctico y la eclosión de actividades paralelas al desarrollo del sendero.

Bueno, os dejo el texto del primer panel que he redactado con la aportación crítica, necesaria, de Susana Martín y Auxilio Moreno. Caben todas las aportaciones del mundo.

La Dehesa del Santo Cristo:

Corría el año de 1246 cuando el rey santo, Fernando III de Castilla, reorganiza el concejo de la ciudad de Baeza. Bannos (Baños de la Encina), como aldea, queda integrada en su área de dependencia, aunque con una serie de privilegios, como la concesión de un término privativo para usufructo de los vecinos sin la obligación de pagar impuesto alguno a las arcas del concejo baezano. Este término privativo, denominado defessa de Navamorquina, sería segregado posteriormente en varias fincas, entre ellas la Dehesa Santo Cristo, nuestro “Bosque del Bronce”.

Esta estrecha franja de arbolado entre el pueblo y los ríos Grande y Rumblar fue usada, en primera instancia, como pastadero de ganadero trashumante (oveja merina venida de la Serranía de Cuenca, el Señorío de Molina y la Sierra de Albarracín). Pero, debido a la cercanía del núcleo de población, acabó finalmente integrada en sus ruedos y destinada al ganado local (cabras, mulos y burros, colmenas y ganado porcino). La sobrecarga ganadera motivada por esta proximidad llevó a la dehesa a una situación de quasi ruina ambiental. La reforestación llevada a cabo durante la década de los cincuenta del siglo XX, principalmente con coníferas, frenó en parte la situación, pero, sesenta años después, el carácter alóctono de algunas de las especies introducidas (eucalipto rojo) está causando pérdidas de suelo irreparables y un agotamiento parcial de la mayoría de los veneros de agua tan presentes en la zona. Pese a ello, la encina y su cohorte vegetal van colonizando muy despacio su viejo territorio haciendo que la primavera embriague de color y aromas este pellejo serrano: cantueso, romero, mejorana, jara pringosa, jaguarzo, jara estepa, retama,…

Al día de hoy, la Dehesa del Santo Cristo se va constituyendo en un pulmón natural de gran calidad, inmediato al pueblo, con una carga histórica, arqueológica y etnográfica sobresaliente.


Un bosque de piedras de colores:

Ante vosotros se abre un bosque que hace mucho, mucho tiempo, fue fuertemente apresado por los anchos brazos de dos ríos: el Pinto, de aguas tintadas de rojo por la presencia de mineral de hierro; y el río del Acero, que cuentan los viejos que en sus entrañas ocultaba plata. Tan grande fue el abrazo, que los dos ríos se unieron en uno solo, al que llamaron Ferrumblar por el color de hierro oxidado de sus aguas. Cómo sería la fuerza con que los ríos apretaron al bosque, que hasta el monte se estremeció dejando caer finísimas lágrimas que parecían fuentes de agua.

Aunque ahora no nos demos cuenta, debajo de los pinares se esconden muchas rocas diferentes y también de muchos colores -negras, rosas, rojas, azules, blancas y verdes-, que antes estaban a muchos metros bajo el mar hasta que, según cuentan los más mayores, unos gigantes las empujaron a la superficie. Otra cosa que dicen es que, en otoño, cuando el viento más susurra a los árboles, si logras reunir varias de estas piedras, por muy pequeñas que sean, y las frotas, te otorgaran la mayor de las virtudes: la sabiduría.

Este fue el motivo por el que llegaron hasta el Bosque del Bronce los primeros pobladores, los mazacotuscos, seres pequeños, alegres y muy ágiles. Se instalaron entre el llano y los linderos del bosque, en el Mazacote, y cavaron la roca buscando las piedras de colores, aunque sin éxito. No encontraron lo que con tanto trabajo buscaban, pero por la práctica llegaron a ser grandes canteros, y además aprendieron cómo el agua manaba a raudales por entre las fracturas que hacían en la roca. Tal es así que, conociendo los oscuros laberintos por donde el agua se oculta, llegaron a construir fuentes, pozos, norias y alcubillas.

¿Te atreves a buscar las piedras de colores del Bosque del Bronce?”



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