El reciente libro de Pepa Cantarero, como a muchos, me obliga a revisar gran parte de mi vida y de los que me precedieron. Mientras intento ordenar las muchas cosas que me bullen, que como digo son muchas, adelanto una foto de mi abuelo materno, Frasquito Quesada, y el buen "Ernesto" cuando aún tenían 18 años. Primos y siempre muy buenos amigos, simbolizan ese afán de la gente que desde los agrestes Filabres bucearon en la no menos dura "aventura de Sierra Morena".
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