domingo, 10 de octubre de 2010

Negu Gorriak - Lehenbiziko Bala


Corrían tardes como las de hoy, de las que barren el verano.

Las obligaciones militares ya nos habían dejado huérfanos de compaña en los últimos Santos y nos habían acercado a fracasos en nuestras obligaciones familiares, pero mi primo Dioni y yo nos aferrábamos a un hierro ardiendo en materia de devaneos y erratas múltiples. Así que, estando cerca tiempos de mudanza, nos dio por dejarnos caer por esas sierras en su cuatro latas; de compaña una ristra de chorizo, unos litros de Manuela y una gastada cinta de “Egin” del Torreño.

A ratos, Juan Carlos “el pelao”, Félix y “juanatos” vinieron en compaña. No eran unos Santos de ir a preparar el chozo, como otros que les precedieron, tampoco organizábamos nada, sólo íbamos a echar un rato al pie de una lumbre, ¡los chorizos sudaban como nunca! Fueron unos Santos muy largos, de varios fines de semana, muy raros, como ningunos, ¡únicos! De los que nunca repetiremos.

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