Afirma el dicho que todos los caminos llevan a Roma, podría ser, pero la única certeza que tenemos es que todos los caminos deberían comenzar en Córdoba. Y ahí, en la ‘Señora del Guadalquivir’, arranca la ruta que te proponemos, un apasionante viaje al corazón de Andalucía que te pellizcará el alma. La mejor manera de enamorarse de la ciudad es verla despertar desde la Torre de la Calahorra y el Puente Romano, disfrutar de la panorámica que ofrece, donde río, molinos, sotos de la Albolafia y ciudad comulgan como si de una sola unidad se tratara, o apreciar como la silueta de la ciudad rompe el horizonte de Sierra Morena. Porque Córdoba está integrada como pocas en el entorno natural que la abriga.
A
primera vista, podría parecer que la ciudad es la conjunción de un imponente legado
monumental y los grandes personajes que aquí han dado luz a su obra, gestados el
uno y los otros al amparo de la diversidad de civilizaciones que en el lugar han
anidado. Y así es, pues no en vano acoge cuatro bienes declarados como Patrimonio
Mundial por la UNESCO (Mezquita-Catedral, Centro Histórico-Judería, Fiesta de
Los Patios y Medina Azahara) y un sinfín de monumentos con carácter. Además,
como el resto de Andalucía, disfruta del título de Patrimonio Cultural
Inmaterial de la Humanidad concedido al Flamenco y a la Dieta Mediterránea. Pero,
más allá, Córdoba es para caminarla a paso lento, disfrutarla sosegadamente,
emocionarte con el detalle más pequeño: con el callado rumor de sus fuentes, con
la mancha multicolor que macetas y flores imprimen sobre la pulcra cal, con los
aromas a jazmín, azahar y cordobán, con el frescor de sus calles y patios…
Córdoba es leyenda, mística y poesía. Pero Córdoba también es el nudo donde se
citan todos los cabos que configuran el mosaico paisajístico, histórico y
cultural que da forma a la provincia, y así queda perfectamente confirmado en
su gastronomía y en sus vinos. No debes dejar
atrás la ciudad sin visitar sus bodegas, disfrutar de su ambiente y degustar
platos tan tradicionales como el salmorejo, los flamenquines, el rabo de toro o
sus churrascos.
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