Bien pasado el mediodía, el cielo
se tornó de un rojo vivo, como cuando los últimos rescoldos del hogar se
desperezan y avivan bajo el efecto del fuelle. Y llegó la tarde. Cielo, tierra
y ríos eran de color ceniza, y lo eran las plantas, calles y viviendas, y la
gente se vistió de gris. El intenso calor sepultó los recuerdos y el viento, que
andaba en calma chicha, se rebeló en un instante. Cuando el negro cubrió la
noche, trajo lluvia, abundante, y la madrugada no fue menos, pues llegó
aparejada con una tormenta de las que desbarata cualquier plan premeditado.
domingo, 22 de marzo de 2020
Marzo, 22
Y, con los primeros días de
cabañuelas que nunca han de faltar, llegaron tardes de viento, brisas que remueven
el polvo de la conciencia, levantan cadáveres ocultos bajo la losa del tiempo y
esquivan el acoso de la hermana amnesia. Tardes de viento que en días como aquéllos
te recuerdan por dónde anduviste y qué fuiste. Ahora, recordando tardes pretéritas,
de ida y de retornas, se aprecia que
la vida se va en un suspiro. El viento borra asfaltos y alza remolinos de humo que
parecían dormidos.
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Pero regresará la premeditación a nuestras vidas y los anhelos y los cielos volverán a abrirse sobre nuestras cabezas. Un saludo.
ResponderEliminar"Aquella tarde, después de toda una mañana certificando ruina y muerte, se dejó caer sobre el bardal de mediodía, como cuando niño. Entonces curioso, ahora derrotado, pero siempre con la mirada puesta en el horizonte infinito. Derramó su pena por los llanos, hasta donde la vista le permitió. Como en aquellos días tan lejanos, y después de una lluvia intensa, comenzó a oír un sonido amortiguado, lejano. Primero le llegó un eco temeroso, después lo escuchó en todo su vigor. ¡¡¡Volvía el croar de las ranas!!! Venía de la vega impregnando la atmósfera de un nuevo aliento. Era la madre naturaleza, la vida en su más pura esencia, que muda y se recompone. Otros vendrán a recoger el testigo, a tropezar una y otra vez. Se caerán y se levantarán, volverán a desplomarse y se hundirán de una. Poco a poco, sin estridencias, con mucha dulzura, el lejano sonido mudó a fragor vigoroso."
ResponderEliminarMe gusta la metáfora del viento y del paso de la vida. Los colores del mediodía y de la tarde. También el negrear de la noche. Y la gente se vistió de gris... Y el calor sepultó los recuerdos... Enhorabuena por el relato. José Agustín Blanco.
ResponderEliminar¡Muchas gracias Agustín! La verdad es que me gustó bastante como quedó. Forma parte de un texto mucho más largo.
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