Sefarad, en concreto Andalucía, durante
la mayor parte de la Alta Edad Media ha sido considerada por muchos
historiadores, también por literatos y filósofos, como el territorio donde floreció
con mayor pujanza la cultura judía. Heredera de la tradición hebrea afincada en
Babilonia y timón del califato Omeya, formó una de las mayores comunidades
judías del momento, siendo sus pensadores los que marcaron las pautas de la
vida y el comportamiento de los judíos del mundo entonces conocido.
Siendo aquél un periodo caracterizado
por la magnificencia cultural y la bonanza económica de sus haciendas, vino a
dar al traste en la Baja Edad Media debido a las invasiones “unitarias” de
almorávides y almohades, que los obligó a huir en masa a los reinos cristianos
del norte. Tan sólo fue el principio del fin, durantes los tres siglos que
siguieron se alternaron momentos de emprendimiento económico y colaboración financiera
con las diferentes monarquías, con periodos más o menos velados de fiera
persecución y confiscación de bienes. A los dramáticos episodios acontecidos en
1391, le siguió un siglo después la definitiva expulsión, que se produjo bajo
el reinado de los Reyes Católicos, en 1492. Francia e Inglaterra habían utilizado
la misma estrategia uno y dos siglos antes, Portugal lo haría en 1497.
Una década antes, en 1483, la
expulsión de los judíos de la geografía andaluza era ya una realidad. Dejaron
su casa, Andalucía, una tierra donde imbricaron los cimientos “clásicos”, las
ideas del Mediterráneo Oriental y el pensamiento hebreo para gestar un verdadero “Renacimiento” cultural (siglo X),
que tuvo lugar cinco siglos antes que en la Península Itálica se incubaran los
principios del reconocido como tal por el mundo occidental.
De todo aquello sólo nos queda
una vaga impresión, una huella arquitectónica que apenas se deja ver y el eco de
unas gentes que el filtro castellano nos ha hecho ver como “extranjeros”. A
causa de este mismo tamiz, los recordamos como notables financieros, crueles
recaudadores y ávidos comerciantes, pero en gran parte se ha ocultado su faceta
como filósofos, médicos, astrónomos y excelentes poetas. Andaluces que vivieron
y construyeron una época, su edad dorada, cuando Sefarad, la vieja Bética
romana, fue el centro del mundo judío, también de la esfera islámica.
Es por estos motivos que la
cultura sefardí, también los herederos de aquella diáspora, debe de ocupar un
lugar de privilegio cuando se trabaja en dar forma a un producto turístico
sustentado en las muchas raíces que han configurado la cultura e historia
actuales de Andalucía.
En relación con el proyecto
“Andalucía, tus Raíces”, las ofertas/experiencias que han elaborado los
empresarios y dirigidas al mercado judío-sefardí, en líneas generales, se
pueden englobar bajo las siguientes temáticas:
-
Ofertas de carácter muy genérico, relacionadas
con el conocimiento del patrimonio urbano, arquitectónico (juderías de la Red
Rasgo) y el legado sefardí en general.
-
Música sefardí y recreaciones mediante artes
escénicas, que giran territorialmente en Córdoba capital.
-
Experiencias que giran en torno al vino y la gastronomía
kosher, principalmente concentrados en la ciudad de Lucena.
-
Actividades novedosas y monográficas, como
pueden ser tour fotográficos o gastronómicos por la Red de Juderías de toda
España.
-
Rutas guiadas por el patrimonio judío de Úbeda (ciudad
que no está en la Red de Juderías), diversificando la oferta mediante
experiencias que tienen como escenario los monumentos, cuyo máximo exponente es
la Sinagoga del Agua, y la inclusión de otras temáticas: gastronomía, música o
astronomía (solsticio).
-
La visita guiada soportada sobre personajes
sefarditas de renombre: Rambam y Hasday ibn Shaprut (Córdoba y Jaén).
Por otra parte, el trabajo que
hemos realizado de investigación e identificación del patrimonio judío en
nuestra Comunidad viene a corroborar que el conjunto de recursos con los que cuenta
Andalucía, siendo más que notable no se estructura de una forma suficientemente
singular, atractiva, competitiva. Necesita de un hilo conductor que hilvane
todos esos recursos, que también dé trabazón a las experiencias derivadas que se
soportan sobre ellos, de tal manera que “el producto Sefardíes – Kosher
Friendly” pueda salir con solvencia a la conquista de mercados en los que
sefardíes y población judía en general tienen una presencia importante. Pasamos
a analizar, grosso modo, los recursos del inventario.
Andalucía cuenta con 3 juderías
incluidas en la Red de Juderías (Córdoba, Lucena y Jaén), el 15% del total presente
en la geografía hispana. También cuenta con una ciudad que lo estuvo (Sevilla)
y ahora no aparece en la web oficial. Asimismo, hay otras ciudades en las que
destaca la presencia, más o menos nítida, de patrimonio monumental/urbanístico
sefardí, como son Úbeda, Granada o Málaga, y en menor medida Cazalla de la
Sierra, Utrera, Jerez de la Frontera o Guadix, entre otras.
En líneas generales, siendo este
patrimonio más que notable, nos encontramos con un número muy reducido de
recursos monumentales de contrastada identificación sefardí y carácter
sobresaliente. En esta situación estarían la Sinagoga de Córdoba, la Necrópolis
de Lucena y las Juderías de Córdoba y Sevilla. Por otra parte, no están totalmente
acreditados por la comunidad científica o totalmente descartados como tales un
buen número de barrios y monumentos, entre los que se cuentan algunas supuestas
juderías. Hay otros casos en los que el rumor de la sospecha se eleva por
encima de la credibilidad, como ocurre con la Casa de Hasday ibn Shaprut en
Jaén.
Por otra parte, hay un interés
creciente y un esfuerzo más que interesante por promocionar el variopinto patrimonio
inmaterial que rodea la cultura sefardí: música, poesía, artes escénicas,
gastronomía, etc. Valga como ejemplo el calendario de actividades culturales y
festivas de la ciudad de Córdoba, donde destacan eventos como el Otoño Sefardí
y el Festival Internacional de Música Sefardí; o el programa que viene
desarrollando la Sinagoga del Agua (Úbeda) vinculado con el solsticio de
verano: gastronomía, leyenda, música, etc. Redundando en este sentido, es una
muestra más que evidente de este hecho, el nacimiento y consolidación de una
serie de grupos teatrales, musicales y de “cuentacuentos” o juglares que
salpican con su arte las ciudades con raíces sefarditas más arraigadas:
Conchinchina (Jaén), Arquitrabe Folk (Úbeda) o el Coro de Cámara Elí Hoshaná
Ciudad de Lucena (Córdoba), entre otros muchos.
Es también necesario subrayar el
esfuerzo que vienen desarrollando administraciones, asociaciones y entes
privados con el fin de musealizar, interpretar y comunicar el interesante
patrimonio sefardí que ha generado esta tierra. En este sentido, cabe destacar
proyectos como la Casa de Sefarad y el Museo Casa Andalusí de Córdoba, El
Centro de la Memoria Sefardí y el Palacio de los Olvidados de Granada o el
futuro Centro Cultural Sefardí de Málaga.
Con todo ello, somos conscientes que
la principal causa que motiva que este mercado viaje y conozca un territorio
como el nuestro, que ahora es mayoritariamente ajeno a la cultura hebrea, es la
presencia de valores de tipo cultural, más aún, aquéllos que identifiquen y pongan
en valor las raíces que han dado forma al acervo cultural sefardí, por ende al judío,
valores que hoy son universales. Con todos estos argumentos, es de reconocer
que la estructura general de cómo se presentan los productos turísticos que se
sustentan sobre nuestro patrimonio sefardí no tiene un hilo conductual que la
abrigue, que la haga atractiva. Necesita un plus que la vista de seducción, que
haga de obligada necesidad que un judío, sea o no de origen sefardí, que hoy
reside en Estados Unidos, Israel o Chile, se interese de manera activa por “experimentar”
las raíces sefardíes de Andalucía.
Y entendemos que ese hilo
conductor puede construirse utilizando los diferentes personajes judíos y
sefarditas que poblaron Andalucía durante la Edad Media, hasta su definitiva
expulsión en 1492. Hispanos, andaluces y sefardíes que durante muchas
generaciones nacieron y/o vivieron y gestaron su obra en Andalucía: médicos,
rabinos, filósofos, poetas, astrónomos, etc. Los unos, muy notables por sus
amplios conocimientos financieros, pues no en vano ejercieron como almojarifes
y Contadores Mayores de Castilla, como es el caso de Samuel ha-Leví, Yusaph
Pichón o Samuel Abrabanel. Los otros, de excelente sabiduría por sus estudios
de medicina y astronomía, como Yosef ibn rabí Elazar, Rabí Salomón o Abraham
Zacuto. Aunque por encima de todos ellos se eleva un amplio número de sabios
que destacaron por su amplia obra rabínica, filosófica o poética, por el papel que
han desempeñado en el nacimiento y desarrollo de la Edad de Oro de la Cultura
Judía en España (siglo X-XII) y principalmente por su aportación a la
conformación de la actual cultura judía, que con su vida y obra comienza a ser
universal pues se expande de Oriente a Occidente, más allá de que ya hubiera
población judía en el poniente europeo. Estos autores, los últimos mencionados,
no sólo han participado en la construcción de la historia de Sefarad, no sólo
son personajes sobresalientes de la historia de Andalucía o España, en realidad
son celebridades que sobrepasan el ámbito geográfico de la Península Ibérica
para situarse como grandes de la historia y cultura judías de todos los tiempos.
Abramos un pequeño paréntesis en
los argumentos de carácter turístico y veamos algunos apuntes sobre la cultura
y religión judía.
Personajes como Hasday ibn
Shaprut (Jaén), Maimónides, Abraham Ibn Daud Dunash ibn Labrat (Córdoba), Mosé
ibn Ezrá, Samuel ibn Nagrela y Jehudá Halevi (Granada), Salomón Ibn Gabirol (Málaga)
o Rabí Yosef Ibn Migash Halevi (Lucena) son hoy prohombres de la Cultura Judía,
en MAYÚSCULA. Y esto, siendo de interés más que sobresaliente, lo es aún más si
consideramos que el judaísmo no es bíblico, es decir no se rige sólo por los
cinco primeros libros de la Biblia atribuidos a Moisés, el llamado Pentateuco o
Torá escrita. El judaísmo actual es rabínico, cada práctica y pensamiento judío
en cualquier forma que hoy encontremos es producto detallado estudio y análisis
de un círculo de grandes pensadores a los que se llama “nuestros Maestros” o rabinos;
y ahí están situados, en primera línea, una parte muy representativa de los
eruditos sefardíes relacionados más arriba.
En los primeros siglos del judaísmo,
las interpretaciones escritas de estos rabinos o Gaonim, sobre todo de la
llamada Torá oral, fueron construyendo un compendio de leyes judías llamado mishna. En sus orígenes, este compendio fue
tomando forma en dos academias babilónicas: Sura y Pumbedita,
gestando cada una su libro sagrado de la ley judía o Talmud. La fuerza
religiosa de estas dos academias era tal que recibían consultas de judíos de
todo el orbe conocido, individuos y comunidades enteras enviaban cartas a
Bagdad con preguntas difíciles o discusiones sobre la halaja (normas de vida judaica) y
los gaonim respondían con argumentos que estaban apoyados y
justificados en interpretaciones derivadas de su propio Talmud. Levantado sobre
estos argumentos, su poder económico aún era mayor, pues cada consulta era
recompensada con un importe dinerario.
Durante el siglo X Bagdad sufre
un grave periodo de inestabilidad que provoca la decadencia de estas dos
academias. Hasday ibn Shaprut, con el apoyo de la dinastía Omeya de Córdoba, se
aprovecha de ello haciendo que la corte cordobesa fuera atractiva para gran
parte de estos pensadores. Su éxodo elevó a la capital andalusí como heredera
indiscutible en el timón hebreo. Córdoba, el Califato Omeya de Occidente, se
posiciona ahora como sucesor de lo que aquéllas academias fueron, justificando su
preponderante situación mediante dos leyendas que justifican el nuevo estatus.
Se sientan las bases de la Edad de Oro de la Cultura Judía en Andalucía y
España, un buen número de eruditos y sabios se elevan ahora en Occidente como
faro de la cultura y religión judías. Entre ellos ocupan un lugar destacado,
cómo no, los que ya hemos mencionado más arriba.
Salvando las distancias y sin la
intención de realizar comparaciones, que siempre son odiosas, personajes como
Maimónides, Hasday ibn Shaprut o ibn Migash Halevi son para el judaísmo lo que los Padres y los
Doctores de la Iglesia para la confesión cristiana; y Mosé ibn Ezrá, Samuel ibn
Nagrela o Samuel Ibn Gabirol para la poesía hebrea lo que representan Cervantes
o Shakespeare para la literatura occidental.
Volvamos al ámbito turístico.
Nos encontramos en Andalucía con
una notable herencia urbanística, también monumental, un interesante patrimonio
inmaterial y un elenco de personajes sobresalientes que participaron
activamente en dar forma a la cultura sefardí (y en general a la judía de
entonces y de hoy), algunos de ellos guías de la comunidad internacional judía.
Si utilizamos de forma adecuada los episodios de la vida de cada personaje, su
ingente obra, para impregnar con los unos y las otras ese patrimonio tangible,
también el intangible, estaremos preparados para construir un producto
turístico singular, potente, competitivo. Es por estos argumentos que
planteamos como hilo conductor que permita construir experiencias Sefardíes –
Kosher Friendly, de una extensión temporal adecuada (6 noches/7 días), el que
sigue:
Sefarad:
los padres de una Edad Dorada