lunes, 13 de abril de 2015

Sobre la parroquial de San Mateo, Baños de la Encina

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Por delante, tenía San Mateo un anchurón terrizo nacido al amparo, sombra y vigilancia de la torre del homenaje del castillo, la almena gorda, que, en una trama urbana donde todo es cuestas y apreturas, no aciertas a saber si la vieja iglesia ocupa y preside los pocos palmos de terreno llano que cobijaba la aldea de Baños, o si este accidente geográfico es artificio de la parroquial en un afán de ganar protagonismo en las cosas del Común. En todo caso, se eleva en las entrañas de la muralla que cercaba el núcleo bajomedieval, bastión que más que defender el pago aldeano de intrusos y batalladores, era instrumento para dar cobijo a los ganados trashumantes y fiscalizar sus pagos. Localizada Santa María la Mayor junto a un gran espacio abierto, que más que plaza era corral de contaduría de merinas, y dando a luz sus bajos a la única fuente intramuros, el Pilar, desempeña un papel principal en la gestión de los dineros obtenidos del arrendamiento de los pastos públicos a los pastores de la Serranía de Cuenca y el Señorío de Molina, pilar principal de la economía bañusca en los últimos estertores de la Edad Media.
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