sábado, 17 de enero de 2015

Ruta de Vino Condado de Huelva

La Ruta del Vino del Condado discurre por pueblos de una fisonomía urbana sin igual, de estrechas y encaladas callejuelas, de pequeñas y soleadas plazas, de casas y palacetes solariegos, que configuran el prototipo urbano de los pueblos de la baja Andalucía. Pueblos de tradición, que atesoran el más genuino y tradicional conocimiento en la elaboración y crianza de vinos y vinagres al amparo de sendas Denominaciones de Origen.

Son pueblos que han tenido en el vino y en el mosto una de sus principales fuentes de riqueza y prosperidad, que llegados los meses de noviembre y diciembre, cuando el vino nuevo, el mosto, comienza a extraerse de las botas y a catarse abundantemente, llenan de alegre algarabía las estrecheces de sus calles y las anchuras de sus altozanos.

Son sus lagares viejos, casi legendarios, pues las primeras noticias de sus vinos datan del siglo XIV. Son estos caldos los del “Descubrimiento”, que en 1502 embarcaban para embriagar otras tierras con el jugo de la uva “zalema”, más que mayoritaria en estos viñedos.

Son sus tierras de vides al amparo de la riqueza natural de Doñana, pero es también tierra de toro de lidia y caballos; de lugares colombinos, monasterios excepcionales y anchas murallas morunas.

Son sus bodegas de vinos blancos y generosos, vinagres de alta gama y brandies exclusivos. La calidad de los Vinos del Condado de Huelva es indiscutible, como la gastronomía del terruño con la que deben acompañarse: jamón de la Sierra de Huelva, gambas blancas de la Costa de Huelva, caldereta del Condado,…


domingo, 11 de enero de 2015

La Alcubilla

A modo de una añosa y trasnochada "estación de servicio", junto al Camino de San Lorenzo, la fuente de la Alcubilla está localizada en la Dehesa del Santo Cristo, pulmón de la localidad de Baños de la Encina. Se encuentra aquí uno de esos paisajes culturales que dan sensación de eterna placidez; en realidad se trata de un complejo hídrico formado por pozo (agua para animales), alcubilla (fuente para las personas), rebosaderos y sus correspondientes canales de evacuación elaborados con mortero de cal.

Por encima del lugar emerge el “Huerto Miguelico”, prototipo del huerto en barranco presente en la Dehesa del Santo Cristo, cuyos verdes bancales luchan por sujetar la vida vegetal a la pendiente del cerro. En general, el paraje se constituye como un ingenio hídrico que de modo endémico parece atado a otro tiempo y a otros usos.

Este tipo de fuente, propia de zonas con una alta estacionalidad hídrica, como Sierra Morena, ofrece en el municipio otros bellos ejemplos, como la Alcubilla del Salcedo o la Fuente Cayetana, de posible origen romano.






martes, 6 de enero de 2015

Romance del Agua

Las tierras al amparo del antiguo Castellón de Susana susurran agua por todos sus costados. No es Valdepeñas villa de grandes monumentos, pero ha sido el agua la que ha moldeado esta tierra y sus gentes ofreciendo postales inéditas en las que una y otros se confunden tallando paisajes inimitables.

Bajo un tupido manto de vegetación, a la sombra de Las Chorreras, se abre una senda que discurre paralela al agua, que aún juvenil corre briosa formando un magnífico salto de más de quince metros de altura. A poco que se remansa, se deja llevar por el río Vadillo hasta las primeras casonas valdepeñeras, cuyas calles simulan estar hilvanadas a escuadra y cartabón, al modo renacentista.

Ahora, un caz hídrico (canal) sumerge parte de las aguas del río, a modo de arteria subterránea, que atravesando la villa viene a derramarse de manera estrepitosa bajo las muelas del Molino Alto de Santa Ana. Antes, juguetea entre callejas de raíz popular, que simulan hacer un guiño a la urbanística de origen morisco en viales como La Tercia, Sisehace, Las Parras, Tesillo o Retumbo, salpicando su curso con recatadas perlas constructivas que dejan en el visitante el poso más original de la villa realenga de Valdepeñas.

Al amparo de la calle La Parra dobla esquina el simulado campanario del "palacio", que fuera sede episcopal en tiempos de guerra con los franceses. Nada más asomarnos a la Calle Real, al modo de aquella jilguera que hiciera famoso al sastre de Valdepeñas, nos llegan las bellas notas sonoras que cobijan la casona de María Serrano, apretada a la escalera de caracol que reparte habitáculos.

Antes de tomar nuevos bríos y llegando a la calle Estepa, casonas retorcidas muestran en sus fachadas toda suerte de ventanucos, que parecen tirados al azar. Aquí el agua susurra bajo la parroquia de Santiago, achaparrada ante tanta mole natural que la rodea. Y pasa desapercibida por la olorosa -huele a pan, pan- y recatada Plaza del Patín.

Aún tendrá vigor nuestro hídrico guía, superada las dos muelas de Santa Ana, para retumbar presurosa ante los restos pétreos de lo que antaño fueran otros molinos y almazaras, a empujones movidos por la fuerza de sus latidos. Pero, poco a poco, su vigor irá mudando a susurro hasta darse la mano con las aguas del Ranera, que dan forma a un paisaje suave que se desliza en terrazas de huerta preñadas de fresas, hasta asomarse a Chircales. Tierra de quejigos, según nos cuenta la toponimia, es hogaño lugar de eterna magia. Al amparo de la gruta, bajo la atmósfera sonora que crea el agua de su manantial, la ermita alberga el óleo del Cristo, tesoro de viejos ermitaños y devoción de valdepeñeros y foráneos.






domingo, 4 de enero de 2015

Posá la Cestería + geosendero + plato de cuchara

Durante todos los fines de semana del mes de enero, alojamiento + Geosendero guiado (aproximadamente 8 km) por un escenario lleno de mágicas historias, variopintos paisajes y viejas leyendas + plato de cuchara (potaje "colorao", calandrajos de mama Juana María, migas serranas o habichuelas bañuscas) con pan "de ley", vino y postre casero. Precio de alojamiento + 10€/persona.