domingo, 3 de agosto de 2014

Téjule borriquera

En un espacio amplio se sitúan dos líneas o rayas separadas entre sí por unos 10 metros. Entre una y otra se marca una tercera.

El número de jugadores se recomienda que sea entre seis y ocho, ni pocos ni muchos y, sobre todo, varones, ya que el juego es algo burro.

Se sitúan todos en una de las líneas exteriores y, previo aprovisionamiento de una teja o baldosa de unos diez centímetros que pueda ponerse de canto sin caerse, lanzan por orden su téjule a la raya externa contraria buscando que quede lo más cerca posible de la misma. La que caiga más lejana es en principio la perdedora.

Ésta ha de ponerse de ponerse de canto en una de las rayas externas y desde la contraria el resto de jugadores han de intentar derribarla con una sola tirada. Quienes lo consigan tienen derecho a subirse en el “burro”, que no es otro que el propietario de la téjule que se “la quedaba”.

Este burro debe situarse doblado en la línea intermedia y, por turno, han de subirse en él los que derribaron la téjule perdedora. Con el “jinete” encima, el burro lanza su téjule a una de las líneas externas, de seguido lo hace el jinete. Si queda más cercana de la línea la del burro, uno que se quita de en medio y pasa el siguiente; si es al contrario, repiten la jugada. Por cada tres veces seguidas que gane el jinete, es una invitación a otro de los participantes que en la jugada inicial no derribara la téjule del burro.

Y así sigue el juego hasta que el burro los elimine a todos y se pueda de nuevo reiniciar el juego. 

“Jugando en las calles bañuscas”, 1999.

 Tégula en el yacimiento romano del Santuario de la Virgen de la Encina.

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