Estas tierras al noroeste la Comunidad Andaluza ,
situadas en la zona centro-occidental del macizo de Sierra Morena, a modo de
barrera que engulle los vientos húmedos provenientes del Atlántico, dan cobijo
a la más bella fusión entre cultura y el marco natural que le da abrigo. Pueblos
de calles empedradas motean de blanco amplias dehesas de encinas y alcornoques
por las que campan a sus anchas piaras de cerdos ibéricos, venados y jabalíes; olivares
ecológicos salpicados de huertas, castaños y viñedos derraman por estas sierras
la más bella luz del atlántico.
Son
sierras donde dominan materiales fácilmente erosionables, como pizarra,
cuarcita o esquisto, que dan lugar a un relieve suave, en el que alternan
anchos valles adehesados con cimas de bosques cerrados y barrancos encajados
por los que discurren los principales ríos (Ribera del Chanza, Múrtigas, Ribera
de Huelva, Huéznar o Bembézar). En las cotas más elevadas mármoles y dolomías,
cuya erosión se produce por disolución de la roca, son causa de la existencia
de elementos geológicos de gran interés como la Gruta de las Maravillas, los
travertinos de Alájar y Zufre, el Cerro del Hierro o las Cascadas del Huésna.
Hay también presencia de rocas de origen ígneo, principalmente granito (como
los batolitos de las Peñas de Aroche o de El Pedroso), cuya existencia está
vinculada a ricos filones metálicos que han condicionado la intensa e histórica
actividad minera que ha caracterizado a estas comarcas.
La
influencia del océano Atlántico determina un clima de moderadas temperaturas y
elevada pluviosidad, idóneo para el desarrollo de la exuberante vegetación que
se extiende sobre el conjunto de cadenas montañosas que conforman su relieve. El
respeto por los usos tradicionales de este bosque ha favorecido el desarrollo
de excepcionales dehesas hoy declaradas como Reserva de la Biosfera por el Programa
MAB de la UNESCO. Las
casi 450.000 hectáreas
de la Reserva
de la Biosfera
Dehesas de Sierra Morena engloban, además de las
típicas formaciones abiertas de encinas y alcornoques, castañares, quejigares,
rebollares, manchas de matorral noble, bosques de ribera, campos de cultivo y recogidos
asentamientos humanos.
La
diversidad de hábitats y su estado de conservación permite la presencia de la
mayoría de especies emblemáticas de la
fauna andaluza. Así, las zonas más densas del bosque mediterráneo dan cobijo al
gato montes, el tejón, el meloncillo, la garduña, el turón y esporádicamente al
lince ibérico, además de especies cinegéticas como el jabalí y el ciervo.
Asociados a los cursos de agua y protegidos por una densa vegetación de ribera
encontramos gran diversidad de anfibios y especies esquivas como la nutria y la
cigüeña negra. En los ambientes rocosos destacan el águila real y el águila
perdicera, además de alimoches y buitres leonados. En las dehesas y bosques
aclarados son más frecuentes la gineta, la comadreja, el zorro y aves como el
águila imperial, el ratonero, el milano real, el águila calzada, el águila
culebrera o el buitre negro. Esta última especie tiene en el paraje natural Sierra Pelada y Rivera del
Aserrador la mayor colonia nidificante de Europa.
De lo primero es fiel testigo la infinidad de
castillos y fortalezas, algunas mudadas a día de hoy a cosos taurinos, que
coronan atalayas y altozanos y que fueron germen de gran número de los pueblos
de la sierra: Aracena, Almonaster la
Real , Aroche, Cortegana, Cumbres de San Bartolomé, Cumbres
Mayores, Cala y Santa Olalla de Cala. De lo segundo, son más que una muestra
los cientos de kilómetros de hilo enhebrado en piedra que surcan la dehesa a
modo de cañadas y sendas arrieras; pero también lo son los molinos que salpican
ríos y arroyos, como los de Atanasio y Rivera de Mari Prado (Arroyomolinos de
León) o la Rivera
del Hierro; las fuentes y lavaderos que llevan riqueza a huertas y ruedos (Doce
Caños en Fuenteheridos, Redonda en Cañaveral de León, del Carmen en Galaroza,
Plaza de Toros en Castaño del Robledo, Vieja en Linares de la Sierra , Tres Caños en Santa
Ana la Real , del
Concejo en Zufre, o de la Corte
y Puerto Gil en sendas aldeas de Corteconcepción); minas, como las de La Sultana , Cala o Teuler; …o
la presencia de diez municipios catalogados como Bien de Interés Cultural por
el valor patrimonial de sus conjuntos históricos.
En
el plano monumental no podemos obviar la presencia de elementos tan notables
como los menhires y dólmenes de Aroche también conocidos como Piedras del Diablo, la ciudad hispano
romana de Turobriga, situada junto a la ermita de San Mamés, la mezquita de
Almonaster (siglo X) o la espléndida arquitectura historicista desarrollada por
Aníbal González en Aracena y su entorno más inmediato.
Al norte de la provincia de Sevilla y dando cobijo a la Vía de la Plata , el perfecto y continuo
entendimiento entre este territorio y sus gentes ha condicionado que el
patrimonio que alberga sea más que sobresaliente. En este sentido, tenemos los
enterramientos de la Cueva
de Santiago en Cazalla de la
Sierra (Sevilla) o los monumentos declarados como bien de
interés cultural que ascienden a veintiséis, de entre estos destacan los de
materia religiosa, como Santa María de las Nieves (Alanís), Ntra. Sra. de la Consolación (Cazalla
de la Sierra ),
Santa María de la
Encarnación (Constantina), Santa Ana y Santa María de la Asunción (Guadalcanal) y
Ntra. Sra. de la
Consolación (El Pedroso); los vinculados a la defensa, como
los castillos de Almadén, El Real de la
Jara , Puebla de los Infantes, Ventosilla y Monforte en
Guadalcanal; y los conjuntos monumentales: Cazalla de la Sierra , Constantina y
Guadalcanal.
Pero
la historia ha querido que la actividad cotidiana se elevara a modo de
monumento al trabajo de sus gentes. Así, por doquier, encontramos ejemplos de
retazos vinculados a las actividades que el hombre ha venido desarrollando en
dehesas y cultivos, topándonos con haciendas, cortijos (Los Aguado en El Real
de la Jara ),
lagares y tribunas (relacionados con la producción de vino), destilerías de
anís o cazalla (El Clavel, La
Violetera o Miura entre otros) y almonas -almacén-
(Guadalcanal, siglo XIII). Otros ligados a los usos y domesticación del agua,
como batanes, molinos (Molino del Corcho, siglo XV), fábricas de luz (La Sevillana y el
Martinete), pozos de nieve (Constantina, siglo XVII), puentes (el romano de
Guadalcanal), fuentes, pilares y lavaderos. O apegados a la explotación del
subsuelo como la Mina
del Cerro del Hierro y sus poblados (tanto el de los trabajadores como el de la Administración
inglesa), las canteras de Almadén o la fundición de El Pedroso, uno de los
primeros altos hornos de España que estuvo situado en la confluencia del arroyo
San Pedro con el Huéznar.
Ya en la zona más oriental, en el parque
natural de Hornachuelos, la bipolaridad del relieve invita a la práctica de
senderismo, tanto para el amante de la naturaleza como para el que gusta de
comprender la relación histórica entre el hombre y su medio; pues la sierra,
abrupta y cortada, rica en filones mineros, ha favorecido actividades como la
minería -complejo de La
Plata-, los caleros -Huerta del Rey-, la apicultura, la cría
de cerdo ibérico, la caza o el “retiro místico”, que tiene como mejor exponente
el monasterio franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles. Por otra parte,
podemos apreciar por doquier restos de la cultura del agua: molinos -de la Paloma-, puentes, norias
-Escalonías-, fuentes -del Barranco del Caño de Hierro-, canales y presas. Este
contraste territorial es también causa de la riqueza cinegética de estos pagos,
tanto menor como mayor, siendo también soporte de otras actividades menos
agresivas con el medio como la caza fotográfica o la observación de la berrea
del ciervo.
La vega, con buenas comunicaciones y
codiciada históricamente por su riqueza agrícola, fue ocupada desde muy pronto
por comunidades humanas, como así dejan entrever los dólmenes de la Sierrezuela , en
Posadas. Esta doble condición provocó la presencia calzadas romanas, cañadas
ganaderas y castillos, como Hornachuelos, el magnífico de la Floresta en Almodóvar del
Río o el de Moratalla, transformado durante el siglo XIX en espectacular y
cinegético palacio.
Por
otra parte, los embalses presentan una oferta en materia de educación
ambiental, aventura y deportes náuticos (como esquí acuático) muy consolidada,
que se suma a la riqueza agroalimentaria: la carne de caza, las chacinas de
cerdo ibérico, miel y polen, naranjas y la repostería artesana que elaboran las
“descalzas” de la aldea de San Calixto son manjares que debe degustar el
viajero a su paso por estar tierras.
Cañada ganadera de la Sierra de Aracena
Gruta de las Maravillas en Aracena
Embalse del Pintado
Cerro del Hierro en San Nicolás del Puerto
Hornachuelos
Castillo de Almodóvar
No hay comentarios:
Publicar un comentario