Anoche, al hilo de la nueva de Bankia y no teniendo otra pulga que quitarme, me estuvo rondando algún que otro malévolo pensamiento que arribó en sencilla conclusión, quizá fruto de deducciones excesivamente simplistas. Reconozco que las cosas suelen ser mucho más complejas y que a los mortales se nos escapan algunos hilos y hasta la madeja entera pero, en los tiempos que corren donde la solución para sanar el brazo es cortarlo, seguro que hay quien se topa con otras tan erróneas como la mía.
Estaba en esas, cuando acordándome de los recientes triunfos de Estoril, le di un repaso a las distintas marcas de motocicletas que participan en el campeonato del mundo de motociclismo, llegando a la abrumadora y sencilla por evidente conclusión de que la mayoría son de origen nipón: tecnología japonesa que mejora prueba a prueba en “laboratorios” también japoneses aunque algunas fábricas, o muchas de ellas, produzcan en territorio ajeno por evidentes motivos de productividad. Las divisas también tienen como destino final Japón y la publicidad de lo éxitos redunda en las propias marcas y en la bondad de sus prestaciones (aunque también en los pilotos). Pero, y pilotos japoneses ¿los hay?, quizá testimoniales; ¿y publicidad japonesa?, su número es aún menor.
Pero eso sí, nuestros aguerridos jóvenes, mayoritariamente europeos,… y españoles (catalanes) de bien, dominan cada prueba arropados por el dinero de grandes marcas bancarias o energéticas (como las españolas) que publicitan generosamente sus productos, a veces demasiado, y así hay veces que no le salen las cuentas. ¡Vamos qué como nuevos ricos derrochamos en el parque temático del motor mientras la hormiguita suma y suma! ¿Y quiénes eran los que tenían que apretarse el cinturón?
Mientras en este país sigamos instalados cómoda e irresponsablemente en la inercia del lapidario dictum unamuniano – “que inventen ellos” – nuestros intrépidos moteros seguirán rizándose el flequillo sobre las monturas niponas. Otros, mientras tanto, se deciden a rentabilizar su apuesta por aquello que los técnicos vienen llamando I+D+i, y si a ese compromiso sumamos además cierto patriotismo en el consumo, es fácil entender, por ejemplo, la declaración de los fanáticos americanos de las Harley-Davidson: “Prefiero ver a mi madre en un burdel, que a mi hermano sobre una moto japonesa”.
ResponderEliminar¡Ay viejo amigo cuánta razón llevas! Como muestra un botón, ¿cuál crees que será el mayor proyecto del Parque Tecnológico del Aceite, sito en el protectorado italo-germano de la provincia de Jaén?, al tiempo, con seguridad el Museo.
ResponderEliminarEa, pues que sea lo que dios quiera, como, por otra parte, siempre ha sido.
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