viernes, 14 de noviembre de 2025

Hisn Banya

Contrariamente a lo que pueda parecer, el nombre del pueblo, enclavado en las estribaciones meridionales del macizo de Sierra Morena, no tiene su origen en la presencia de algún balnea o alhama renombrado e identificado, tampoco en la abundancia hídrica de su entorno o en la presencia de aguas minero medicinales con propiedades terapéuticas reconocidas. Ninguna de esas situaciones se da ni se ha verificado documental o históricamente. Es una realidad que gran parte del conjunto histórico está horadado por un rosario de pozos que, sin certeza absoluta, podrían superar la cincuentena. A esa cantidad, se suma un número menor de pozos y alcubillas repartido por el frente sur del pueblo, de este a oeste, y en el norte con localizaciones puntuales —véase Nuevo, Vilches, de la Serna, de la Vega, Charcones, Luzonas, Alcubilla y Pocico Ciego—. En todos los casos, estos fontanares ofrecen agua salobre nada apta para el consumo humano directo, aunque, por el contrario, eran excepcionales para la elaboración de pan.

Contrariamente, las aguas que manan de diferentes puntos de la periferia urbana son de muy distinta calidad, como es el caso del pozo de Huerto Lucero o los veneros de La Pizarrilla, el Pilar de la Virgen y la fuente del Barranco del Pilar. Esa misma es la situación de las distintas fuentes históricas localizadas en el barranco de Valdeloshuertos —Cayetana, Socavón, Pacheca y Salsipuedes—, de las que tradicionalmente se ha suministrado de agua potable la población de Baños. Pero, en todos los casos, son fuentes menores que apenas daban para el abastecimiento del conjunto de la vecindad. Así nos lo venía a confirmar el ingeniero Dupuy de Lôme, mediante un estudio realizado en la década de los veinte del pasado siglo (1924):

‘… A pesar de tener Baños de la Encina unos 3.200 habitantes y debido a su riqueza olivarera varias fábricas de aceite que consumen un caudal importante de agua no tiene abastecimiento de agua propiamente dicho. Unas casas se surten de pozos situados dentro de la población a pesar de ser estos de malas condiciones higiénicas y otros vecinos van a buscar el agua a fuentecillas situadas fuera del pueblo, algunas a bastante distancia, y todas de caudal muy corto sobre todo en la época de estiaje’.

Por otra parte, es una realidad que la fosa de La Campiñuela contiene un enorme acuífero, un reservorio hídrico del que sólo se ha podido extraer agua recientemente y mediante complejas técnicas de extracción que la obtienen, y quizá abusivamente, a más cientos de metros de profundidad (sondeo y bombeo). Algo similar ocurre con la cuña de terreno que, de levante a poniente, barre el piedemonte del pueblo y flanquea el cauce intermitente del arroyo de los Huertos, en origen del Berrocal. Aunque pueda no parecerlo, el espacio se corresponde con una antigua zona de cíclica inundación que acoge en su seno enclaves cuyo apelativo confirman su carácter como humedal fosilizado: Cantalasrranas, Colmenera, Renacuajares, Charcones y Valdeloshuertos. Lugares, por cierto, donde se contabiliza el mayor número de antiguas norias, desde la de la huerta de Penecho a la del Morito, pasando por otras de entidad como las de la huerta Zambrana, Matigüelas y Antero, entre otra veintena.

Desde la vertiente cuantitativa, el volumen de aguas de nuestros veneros es insignificante si los comparamos con fuentes de la vecindad provincial, como es el caso de Sierra Mágina. Así es, en esta comarca, cada pueblo se ha erigido sobre la generosidad de hontanales de enorme fecundidad. Valga como ejemplo el manantial de la Fonmayor, en Torres; o, más cercano a nuestros pagos, en La Loma, las arcas que han suministrado el abastecimiento a las ciudades históricas de Úbeda y Baeza, o el manantial que ha surtido de agua al balneario de Canena. Aún más próximos a nuestra localización, tenemos los veneros del barranco de Valdeazores, La Aliseda y La Cerecilla, todos ellos en territorio del parque natural de Despeñaperros, que ponen en cuestión la posible bondad hídrica del entorno bañusco.

Efectivamente, así es, no hay indicios sólidos de que el nombre del castillo, y por ende del pueblo, derive de la existencia de un importante conjunto termal más allá de la presencia testimonial de algún pequeño balnea puntual, digamos de ‘andar por casa’, como son los casos de las villae de la Virgen de la Encina y Santa Amalia. Por el contrario, según las últimas investigaciones, el apelativo de ‘baños’ podría derivar de la repetición fonética de una voz árabe. Veamos. Castilla, en su primer contacto con el lugar, debió escuchar, y asimilar, el nombre árabe con que era conocida la fortaleza que, por entonces, se elevaba en el Cerro del Cueto reutilizando las fortificaciones históricas anteriores, el altozano que fue germen histórico del núcleo urbano actual de Baños de la Encina. Si su apelativo hubiera derivado de la presencia de unos baños o termas, hubiera sido una más de las alhamas o alhamillas que salpican la geografía del sur de la Península. Con la información que hoy dispongo —auxiliado por la Doctora y amiga Ana Sánchez Medina, profesora de la Escuela Oficial de Idiomas Axarquía de Vélez-Málaga—, esa voz, la que debió identificar para almorávides y almohades el castillo y lugar de Baños, podría tener su origen en ‘banya’. La voz, cuya génesis está en el árabe clásico, en castellano y literalmente vendría a traducirse como ‘fortaleza con profundas raíces históricas, antigua o con mucha historia’. Las diversas excavaciones arqueológicas realizadas en el interior de la fortaleza, también en las inmediaciones del castillo, ponen de manifiesto la riqueza histórico-cultural del lugar y certifican la posibilidad de este apelativo: la presencia humana ha sido prácticamente constante, aunque con pequeñas interrupciones temporales, desde una etapa tardía de la Edad del Cobre hasta la edificación de las murallas actuales del castillo. Valgan como testimonio el poblado argárico del Cueto, la pequeña torrus ibérica, el templo funerario romano o los testimonios defensivos y funerarios de carácter emiral presentes en el Cueto. En conjunto, todas las estructuras han dado forma a los diferentes horizontes históricos que han configurado el complejo del castillo de Baños de la Encina. 

Los castellanos, afincados en el frente de conquista y con Sierra Morena de por medio, debieron escuchar esta voz, la de banya, aproximadamente durante un siglo, el periodo que el macizo mariánico contó con el estatus de frontera, el intervalo de tiempo que transcurre entre el Poema de Almería —1147— y la entrega definitiva de la plaza de Baeza al rey castellano Fernando III —1227—. Las hordas ‘reconquistadoras’, a fuerza de pronunciarla con imprecisiones, provocarían la evolución del sonido de la siguiente manera: Banya > Bannos (o Vannos) > Baños; de igual forma que lo haría su gentilicio bani-osco > bañusco, donde ‘bani’ es la raíz y ‘osco’ el morfema que indica procedencia, un gentilicio cuyo génesis se origina en el castellano más primitivo.

Fuente: Dirección General del Turismo (1967)

martes, 4 de noviembre de 2025

La Venta de los Palacios en el camino del Muradal, y 6

6. Conclusiones.

Durante los siglos XIII al XVII, la Venta de Los Palacios fue un punto de referencia en las comunicaciones entre La Mancha y Andalucía a su paso por Sierra Morena. Fue albergue de viajeros y posada de milicias en una zona tradicionalmente despoblada por la presencia y negativa incidencia de los bandoleros o “golfines”, un lugar donde acechaba permanentemente el peligro.

La Venta se ubicaba junto al camino del Puerto del Muradal, vía tradicional de paso desde la antigüedad, en un lugar conocido como Jarandilla, donde ciertos cronistas sitúan testimonios murarios de población romana. Cerca de la Venta, se levantaba una ermita dedicada a la Santa Cruz, aunque después, desde el siglo XVII, quedó bajo la advocación de Santa Elena. Ambas construcciones debieron tener su origen en el siglo XIII.

Venta fortificada, disponía de una torre. Fueron diversos los intentos de repoblación de la zona de los Palacios por parte de la Corona, sobre todo en los siglos XV y XVI, pero estos no llegaron a culminar hasta la ejecución del proyecto de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, en las últimas décadas del siglo XVIII, cuando la Venta de Los Palacios ya no existía y, en el entorno de la ermita, se había programado la edificación de la feligresía de Santa Elena.

Por el relato de la Crónica del Condestable don Miguel Lucas (de Iranzo), de 1460, la reseña que hace Francisco Rus Puerta en torno a 1640 y la descripción del camino del Puerto del Muradal que se desprende del deslinde entre Baños de la Encina y Vilches, de 1627, deducimos que la ubicación de la Venta de Los Palacios estaría en el núcleo urbano de la actual población de Santa Elena, Su solar estaría ocupado en parte por el antiguo camino de Andalucía (hoy día carretera provincial J-6120) y la Plaza Antonio Daniel Ruiz Rodríguez. La gran pared vertical o escarpe que hizo el arroyo al sureste de su ubicación, durante la etapa de vigencia de la venta fortificada le serviría de defensa natural.

La Venta de Los Palacios se arruinó a mediados del siglo XVII, cuando el camino del Puerto del Rey sustituyó en importancia al del Muradal y, en la confluencia de los caminos del Muradal y Puerto del Rey, surgió Venta Nueva, cinco kilómetros al sur de la Venta de Los Palacios.



domingo, 2 de noviembre de 2025

La venta de los Palacios en el camino del Muradal, 5

5. La Venta de Los Palacios en la Cartografía.

La importancia de la Venta de Los Palacios en el camino del Puerto del Muradal es recogida por primera vez en cartografía en el siglo XVI, en el mapa de la Península ibérica de Hieronymus Cock, 1553, donde aparecen las ventas de la Iruela y Los Palacios.


Lámina 4.- Detalle del mapa de Hieronymus Cock, 1553

En la Geographia o descripción nueva del obispado de Jaén, del doctor Gaspar Salcedo de Aguirre, mapa manuscrito realizado el año 1587; y un años después en la Descripcion del Reyno de Jaén (1588), donde, junto a dicho camino, también aparecen la Venta de la Iruela y la villa de El Viso, ambas localizaciones ya en La Mancha.

Lámina 5.- Detalle del mapa de Gaspar Salcedo de Aguirre Geographia o descripción nueva del obispado de Jaén (1587).

Como curiosidad, el norte está situado en la parte inferior y el río Campana, afluente del Rumblar, aparece desde la cabecera bajo la denominación de “Herrumblar”, que en otros mapas sería “Ferrumblar”, en clara consonancia con la existencia de seculares minas de hierro que también cederían el nombre a Castro Ferral.

Lámina 6.- Detalle del mapa de Gaspar Salcedo de Aguirre Descripcion del Reyno de Jaén (1588). Anecdóticamente, el icono de las ventas aparece con mayor tamaño que las villas y ciudades.

La Venta de Los Palacios comenzó su decadencia a mediados del siglo XVII, cuando el camino Real de Andalucía por el collado de la Estrella o del Puerto del Rey sustituyó al del Muradal para cruzar Sierra Morena. Así seguirá hasta 1769, con la puesta en uso del conocido como Camino de Olavide que, durante muy pocos años, fue el principal paso de entrada en Andalucía, comunicando Valdepeñas y Santa Elena por la Venta de las Virtudes y la feligresía de Aldeaquemada[1]. Finalmente, perdería la primacía con la construcción entre 1779 y 1781 de la carretera por Despeñaperros[2]. Junto a este camino del Puerto del Rey surgen las nuevas ventas del Marqués o Bazana y la de Miranda, representada la primera junto al camino por primera vez en el mapa de Gregorio Forst, 1653. No obstante, pese a que desde el segundo tercio del siglo XVII se repitieron los intentos de adaptarlo al tráfico carretero, de lo que quedan testimonios como el camino del “Empedraíllo”, los problemas de circulación siguieron siendo constantes en época de lluvias. Con seguridad, en definitiva, fue más utilizado por caballerías que por coches y calesas.

En 1678, el camino del Muradal aún continúa reflejado en el mapa del Reino de Jaén como principal vía de tránsito. Pero hay que considerar que este mapa es una copia del cartográfico de Gaspar Salcedo del siglo anterior.

Lámina 7.- Detalle del mapa Descripcion del Reino de Jaen, antiguamente Mentisa en los Oretanos (1678).

Lámina 8.- Detalle del mapa Descripción del Obispado de Jaen, de Gregorio de Forst (1653).

En su caso, no aparece la Venta de Miranda, que por entonces podría ser de reciente creación. Recuérdese que unos años antes, en 1638, el ventero de Miranda, Pablo Rodríguez, había creado un camino entre la Venta de Miranda y la Venta Nueva por la Aliseda.

En el mapa de Gregorio Forst, de 1653, ya aparecen identificados el Puerto del Rey y la Venta del Marqués, así como el Puerto del Muradal. Sin embargo, no aparece la Venta de Los Palacios, en su lugar, como detalle muy interesante, se señala la ermita de Los Palacios.

Lámina 9.- Mapa del Camino de la Venta de Linares al Puerto del Rey, 1707, obra de Pedro Gallo[3].

Asimismo, en el proyecto del camino del Puerto del Rey, de 1707, en la zona de Jarandilla sólo aparece la ermita de Santa Elena. En la cartografía del momento, desaparece definitivamente el nombre de Los Palacios.

Lámina 10.- Detalle del mapa del Camino de la Venta de Linares al Puerto del Rey, obra de Pedro Gallo, 1707.

Lámina 11.- Mapa del Reino de Jaén, de Tomás López, 1761.

Aún con sus muchos errores, como la orientación de los arroyos del Rey y Galbarín (Galbatín), en el mapa del Reino de Jaén de Tomás López, 1761, se recogen los nombres de los puertos del Rey, Muradal y la Losa, pero sólo refleja el itinerario del Puerto del Rey, con presencia de sus ventas del Marqués y Miranda. Por otra parte, sólo hace mención de la Ermita de Los Palacios, sin referencia a la antigua venta.

Lámina 12.- Mapa del reino de Jaén, de Tomás López, 1787.

Veinticinco años después, Tomás López, en su nuevo mapa del Reino de Jaén, señala el nuevo camino carretero de Despeñaperros y la flamante población de Santa Elena. Por otra parte, continúa dibujado el camino del Puerto del Rey y las ventas de la Marquesa y Miranda. Para ese momento, el camino del Puerto del Rey ya ha perdido su importancia a la sombra del nuevo paso y carretera de Despeñaperros, como antes sucedió con el del Muradal.

Lámina 13.- Mapa de una parte de Sierra Morena que comprehende el proyecto de las nuevas poblaciones[4], del año 1768.

Anónimo, aunque posiblemente elaborado por los ingenieros militares Simón Desnaux y Joseph Branly[5], en él tampoco aparece la Venta de Los Palacios, pero sí la población de Santa Elena. Pese a ello, este cartográfico es muy interesante, pues muestra los límites entre las poblaciones de Baños de la Encina, Baeza, Linares y Vilches, en los primeros años de implantación de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, y los caminos principales de la zona. Toda esta información ayuda a ubicar los mojones del deslinde entre las villas de Baños de la Encina y Vilches en 1627, el trazado del camino del Puerto del Muradal y la posible ubicación de la Venta de Los Palacios.



[1] PÉREZ-SCHMID FERNÁNDEZ, FRANCISCO JOSÉ (2020): El camino de Olavide de Santa Elena a Aldeaquemada: Patrimonio colonial en las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. En VIII Congreso virtual sobre Historia de las vías de comunicación. pp. 462.

[2] ROLL GRANDE, Manuel. “Caminos y lugares de Sierra Morena en torno a la Batalla de las Navas de Tolosa”. Alcazaba, 12-13 (2012-2013), p. 93.

[3] Archivo de la Real Chancillería de Granada. Signatura: ES.18087.ARCHGR/059CDFI//MPD nº 60.

[4] Ministerio de Defensa. Instituto de Historia y Cultura Militar. Archivo General Militar de Madrid, sig. 2956-J-G-1/3. Plano estudiado por DELGADO BARRADO, J.M.; PÉREZ SCHMID FERNÁNDEZ, F.J.; y CASTILLO MARTÍNEZ, J.M. “El proyecto de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en el mapa de 1768”. Magallánica. Revista de Historia Moderna: 7 /13 (Varia). Julio - diciembre de 2020.

[5] DELGADO BARRADO, J.M.; PÉREZ SCHMID FERNÁNDEZ, F.J.; y CASTILLO MARTÍNEZ, J.M. (2020): El proyecto de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena en el mapa de 1768. Magallánica. Revista de Historia Moderna, volumen 7, nº 13. Julio - diciembre. pp. 324-327.