Ahora, desgranando nuevas capas históricas, damos un salto en el tiempo para detenernos en los siglos XVII y XVIII, y, paralelamente, aumentar nuestro espacio territorial de análisis. Hasta comienzos del siglo XVII y según el Repertorio de todos los Caminos de España, de Juan de Villuga (1543), el Repertorio de Caminos de Alonso Meneses (1576), la Descripción y Cosmografía de Fernando Colón (1517-1523) y, más cercana en el tiempo, la Guía de Pedro Pontón (1727), los principales caminos que conectaba la meseta manchega con Andalucía por la provincia de Jaén, tenía como paso obligado el puerto del Muradal, entre las ventas de La Iruela y Los Palacios, al norte del actual término de Santa Elena. Estos caminos, que eran los de Toledo a Málaga por Jaén y Toledo a Granada por Úbeda, venían como uno sólo hasta la Venta de Linares, hoy entidad menor de Navas de Tolosa (La Carolina), donde se bifurcaban. El principal problema de este puerto y camino, el del Muradal o de La Losa, es que era un camino de mulas que no permitía el tránsito de carrozas y carruajes. Ante esta situación, ya desde finales del XVI, comenzó a utilizarse un camino y puerto alternativo, el Camino del Rey por el collado de la Estrella, situado a occidente del Muradal y, entonces, en término bañusco. Camino este, que si era acorde para el movimiento de carruajes. Con toda seguridad, el uso de esta variante caminera se intensificó con mayor o menor éxito en el periodo comprendido entre 1626, cuando Baños obtuvo el título de villa, y hasta la construcción del camino de Olavide (1769) y la carretera de Despeñaperros (1779-1783), aunque preferentemente durante los tres primeros cuartos del siglo XVIII. Fue en aquellos años cuando, en el entorno de Despeñaperros, se edificó Venta Nueva, en término de Vilches, se redactó y ejecutó una variante más cómoda y eficaz entre la venta de Linares y el propio puerto del Rey (1707), por los Estrechos de Miranda y según documento que se conserva en el Archivo de la Real Chancillería de Granada, y se produjo la rehabilitación del convento de la comunidad carmelita de la Peñuela (La Carolina), que permitió el regreso de los miembros de la orden (1682). Por otra parte, en nuestro entorno más cercano y en un territorio muy concreto situado a una legua del núcleo urbano de Baños de la Encina, en torno al santuario de la Virgen de la Encina, se dan una serie de acontecimientos que indican el vigor caminero del momento. Así ocurre con la edificación de la ermita de Jesús del Camino (1719) —en cuya entrada puede leerse ‘Ego sum via’—, la ejecución de la más importante ampliación del santuario de la Virgen de la Encina, la que se corresponde con el camarín de la virgen y el establecimiento frustrado de la hospedería aneja (1713-1723), o que, por aquellos años, junto al camino de Majavieja, que por cierto se pavimenta con ripios de piedra arenisca, se levanten dos de las caserías más notables del término, Salcedo y Manrique, cortijadas agrícolas (almazaras) de nuevo cuño surgidas a la sombra del nuevo empuje económico y donde el camino tiene un papel protagonista.
Volviendo al documento cartográfico de 1707, dirección norte y dejando atrás los Estrechos de Miranda, tras superar lo que hoy es la aldea de Miranda del Rey y, en su día, Venta de Miranda (entonces propiedad del concejo bañusco), el proyecto propone una variante que, haciendo un arco hacia poniente, abandono la trazada de las Asperillas y se acerca al cortijo del Hornillo buscando suavizar las pendientes de subida y, paralelamente, dar esquinazo a las roderas o rodaduras del tramo de las Asperillas, muy deteriorado por el tránsito de carruajes. De acercarnos a este paraje, cercano a la Mesa del Rey, aún podremos apreciar los surcos sobre la roca madre. En este estado de la cuestión, si analizamos el territorio a pie de campo, podremos apreciar que esta variante de 1707 incluye el tramo empedrado de lo que hoy hemos dado en renombrar como ‘Empedraíllo’, un recurso patrimonial muy valorizado en el interior del parque natural de Despeñaperros y que, gracias a este documento, podemos fechar. Por tanto, el origen de este tramo empedrado no sería romano sino de comienzos del siglo XVIII, por otra parte, como nos evidencian las propias técnicas de construcción utilizadas para elaborar su fábrica. Veamos.
Siendo uno de los principales pasos de Sierra Morena, a escala local comunicaba la venta Bazana o del Marqués, en la vertiente norte, con la venta de Miranda, en el sur del macizo serrano. Analizando el trazado, aún pueden observarse las guías paralelas, cruzadas con otras perpendicularmente, que forman las cajas del empedrado elaborado con ripios de cuarcita. En todo el trayecto presenta una cuneta en su parte septentrional, mientras que la meridional en gran parte se soporta sobre un muro de contención, o arrecife, que allana el camino. Si se estudia con detalle, en toda la amplitud del carril que lleva hasta la venta del Marqués y El Viso, podremos apreciar numerosos testigos empedrados muy similares, tanto en la subida al puerto como en las inmediaciones del río y la aldea de Magaña. Buscando comparativos, las similitudes con nuestro ‘camino romano’ son numerosas, por los que, sin descartar posibles parcheados posteriores, todos estos tramos, tanto los del Puerto del Rey como de Majavieja y ‘romano’, se corresponderían con una actuación más global que integraría el documento cartográfico citado más arriba, el relacionado con el puerto del Rey y fechado en 1707. Así que, con un mínimo riesgo a equivocarnos, nos atrevemos a datar la fisonomía actual de nuestro ‘camino romano’ en una fecha cercana a esta de 1707.
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