lunes, 14 de febrero de 2022

Sobre la Plaza y el Castillo

Por delante, tenía San Mateo un anchurón terrizo gestado al amparo y bajo la vigilancia de la torre del castillo, la Almena Gorda. Puede parecer que sus redondeadas formas, al menos las primigenias, tuvieran su origen en cosa de homenaje y poder, pero la cuestión iba por otro lado. En tiempos en que los avances bélicos traían nuevas maneras de guerrear, como el trebuchet, que se generalizó en los asedios de la vieja Europa durante el XIII, y reconociendo que el llano de la plaza era el único punto débil del castillo para el acercamiento de este tipo concreto de catapulta, no es extraño que se fortificara en redondo la torre almohade de levante, dando así cara a lo que luego sería plaza. En una trama urbana donde todo es cuestas y apreturas, no aciertas a saber si la iglesia ocupa y preside los pocos palmos de terreno llano de la vieja aldea de Vannos, o si este extenso accidente geográfico es artificio de la parroquial en un afán de ganar protagonismo en las cosas del Común. En todo caso, se eleva en las entrañas de la muralla que cercaba el núcleo bajomedieval, bastión que, más que defender el pago aldeano de intrusos y batalladores, era instrumento para dar cobijo a los ganados trashumantes y fiscalizar sus pagos. Localizada Santa María la Mayor junto a un gran espacio abierto, que más que plaza era corral de contaduría de merinas, y gestando en sus bajos a la única fuente intramuros, el Pilar, desempeña un papel principal en la gestión de los dineros obtenidos del arrendamiento de los pastos públicos a los pastores de la Serranía de Cuenca y el Señorío de Molina, pilar principal de la economía bañusca en los últimos estertores de la Edad Media.



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