Esta
manera de intervenir en el territorio, que sin ahondar en la investigación de
campo podría parecer exclusiva de la ocupación castellana, contrariamente, tiene
una larga tradición histórica. En este sentido, es necesario subrayar la
presencia de una serie de equipamientos relacionados con la cultura del agua que
son de gran interés y hunden sus raíces aún más profundamente en la historia, como
la gigantesca cisterna pétrea de Peñalosa (Edad del Bronce), que recoge las
aguas de lluvia y escorrentía que fluyen por el callejero del poblado, o el
pequeño balnea de la cercana villa romana del Santuario de la Virgen
de la Encina, cuyas aguas provienen de la vecina Fuente del Barranco del Pilar
y fue embrión del propio santuario. Es también el caso de las dos albercas elaboradas
con mortero utilizando la técnica del opus
caementicium y posible origen romano, la de Los Perales de Purita y la del
Polígono, la primera es hoy soporte de una más moderna y modesta utilizada para
riego, mientras que la segunda es cimiento de una casilla de mina de la primera
mitad del siglo XX. Otras evidencias de esta ingeniería hidráulica son el doble
aljibe almohade del castillo y los caces de drenaje del complejo hidráulico de
la Alcubilla (fuente, pozo y lavadero), cuya fábrica, elaborada con mortero de
cal (posiblemente medieval), presenta una gran calidad y resistencia.