Un pueblo blanco inmaculado moteado de macetas, de calles laberínticas, a la vera de un castillo y al amparo de la sierra es la estampa que hoy nos ofrecen los pueblos de la Subbética pero, detrás de esa imagen, hay muchos siglos en los que el hombre ha ido domesticando a esta sierra y su agua. La subbética esconde en sus entrañas numerosas testigos de lo que fue su historia más lejana; así, la Cueva de los Murciélagos, en Zuheros, guarda un retazo importante que abarca desde el Paleolítico a la Edad del Bronce pero, ya de la Edad del Cobre, encontramos hallazgos como las pinturas rupestres del río Bailón o el dolmen de la Lastra en Sierra Alcaide.
Pero será con la alta Edad Media cuando el hombre comience a adueñarse realmente de estas tierras. De esa primera fase del medievo son ejemplo las necrópolis visigodas de la Fuenfría en Zuheros y Torre de la Plata en Doña Mencía. El periodo de frontera Nazarí (siglos XIV-XV) fortifica ciudades en torno castillos y señoríos (Luque, Zuheros, Cabra,…), salpica oteros con torreones y atalayas (las Torres de Uclés entre Carcabuey y Priego, la Torre de las Atalayas en Cabra o la Torre de Alhama entre Luque y Priego son buenos ejemplos de ello); y favorece la ocupación de las navas, en altura, creando toda una compleja red de explotación económica que ha sobrevivido casi hasta nuestros días y que ha dejado muestras de la actividad por doquier: eras, bancales de almendros como el de La Nava de la Lastra, cuevas-refugio de pastores como la Dehesa de Vichiras en la Umbría de la Horconera o la Cueva de la Choclona en la Sierra de Luque, ventisqueros y neveros, intrincados corrales y rediles para encerrar el ganado como los Toriles de la Viñuela, bajo el Picacho de Cabra, o el Cerro de las Melladas en Zuheros, impresionantes fuentes y lavaderos como la Fuente del Lobo, la Fuente del Espino o la de Morellana,… Esta arquitectura menor permitió que al amparo de sus frutos surgiera una red de alquerías y aldeas que son hoy uno de los principales bienes etnográficos de estas sierras, pero también permitió el desarrollo de grandes núcleos monumentales como Priego, Cabra o Zuheros que muestran orgullos uno de los barrocos más esplendidos de Andalucía en sus edificios religiosos: iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, iglesia de San Francisco, la iglesia de Nuestra Señora de las Angustias o la iglesia de la Asunción y Ángeles.
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