Estoy un poco perdido, pero de vez en cuando me doy un rule por mis amigos de la red y esta noche me he agachado un poco cuando he visto el tema del Lagarto Rock en el blog de “Bailén Informativo” (me asusté aún más cuando escuché el otro día hablar de Guzmán el Bueno bailando entre cadenas, pero eso son otras cosas).
Andaba a finales de los 80 con mis estudios en Jaén y añorando de decires las bondades de la noche granadina, ¡qué aturdido estaba! Mi rutina, cuando agostaba en mis deberes, era sumamente sencilla: la Hermandad del Trabajo, en San Bartolomé, para echar unos vinos y a pegar brincos mareaos o a conversar despacio con unos postulas en el Mogollón. Más lo primero que lo segundo. Muy sencillo, tan sencillo como generoso y bueno. Así hice algunos de mis mejores amigos y me trabajé algunos de mejores momentos.
En una movida mixta Jaén-Granada con mi primo Dioni, Félix, Juan Carlos, José Carlos y la peña fui consciente de lo generoso de nuestro ventoso Jaén. ¡Cojones!, qué tras la aventura me decían Candelas, Mogollón, Gol, Bogart, … y que se joda Pedro Antonio (luego, unos años después y con más calma, ya en Granada, conocí la calle Elvira, el Patapalo y en Frente de la PPO, pero eso son otros menesteres y otros momentos). Y por el Jaén de entonces allí venía de nuevas el Lagarto; yo les decía años después a Sergio y a Hilario cuando íbamos al Espárrago: si esto es el Lagarto en cursi, ¡bueno! hasta que fueron Siniestro o Enemigos. El Lagarto es, ha sido emblema del Jaén moderno, habrá que transformarlo para que sea avanzadilla y no remolque; pero el Lagarto es ya de todos los que somos de este penado Jaén, no puede, no debe desaparecer. Si muere, seguro que aniquila todo atisbo de querer y casi poder.
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