martes, 14 de mayo de 2024
sábado, 11 de mayo de 2024
Insolación
Plantado en medio de la plazuela y observado la mole parroquial, aquel señor podría parecernos una pieza más de la cotidianidad que vestía la primera mañana, pero se intuía que el tipo es un peón ajeno al tablero rutinario. El día, extraño para aquella época del año, soleado y gélido, más propio del frío invierno meseteño que del otoño que nos traía, lo arropó con polvo de escarcha y Juan, amarrado a un escaque particular de la retícula viaria, aspiró el silencio propio de aquellas horas.
Enrocados juntos a la portada, en pie y al abrigo de cualquier momento histórico, dos contertulios evitan sentarse en el poyete del atrio, aún a la sombra, y entretejen su vejez soleándose allí donde los hilos de luz les calientan sus arrugas. Entretanto llega el ángelus, y evitan la venida del demonio, recuerdan las vendimias que fueron mientras afilan sus garnachas oxidadas en el asperón de la fábrica parroquial. La faena parece venir de largo y tener buen tajo, pues la huella de aquella faena ocupa todo el frente sureste de la iglesia de San Andrés Apóstol, a uno y otro flanco de la portada dejando marcas verticales en buen número de sus sillares. En haces de tres, cuatro, cinco… y quién sabe hasta cuántas líneas paralelas. Cicatrizados en la piedra, aquellos trazos parecen evocar el arte más primitivo, aquellas barras y pectiformes que brillaban con el primer hilo de luz del solsticio de verano. En una esquina del damero que conforma el atrio de la iglesia, junto a la escalinata, armada de moño y delantal de cuadros, una señora hace la guerra por su cuenta. Con cierto frenesí y buen ritmo agita un soplillo mientras forcejea por prender un brasero de picón de jara.
'sólo el sol y el portal
sin más obligaciones
ni ambiciones
ni intereses.
Sin tener ná que hacer
ni qué ganar ni qué perder
aquí estamos tan bien'
Albert Plá
Fotografías: Rosa Cruz