El castillo de Baños, fortaleza almohade levantada
en las décadas finales del siglo XII, está construida sobre los hormazos de edificaciones
de diversos periodos: Edades del Cobre y Bronce, ruinas íberas, templo romano, restos
emirales… Reutilizados de manera más o menos continua, en lo que atañe al
periodo andalusí hay evidencias de población previa, durante los periodos
emiral y califal. Se alza en una zona de paso estratégica, a la entrada de
Andalucía, entre Sierra Morena y la Depresión del Guadalquivir, y en un entorno
que hunde sus raíces mineras ya desde la Prehistoria. Con diferente
protagonismo, según periodo, se construyó como centro neurálgico y defensa de
las zonas mineras (durante la prehistoria reciente), con carácter sacro (Roma)
o para control y defensa de los pasos y caminos (periodos íbero y almohade, y durante
la prima conquista castellana con principal protagonismo para los pasos
calatravos). Su aspecto definitivo, el que hoy apreciamos, lo adquiere a
finales del siglo XII (posiblemente tras la batalla de Alarcos, 1195), bajo
dominio almohade. Para entonces, de la ciudad iberomana de Cástulo y de su
último obispado cristiano apenas quedaba recuerdo y el castillo formaba parte
de una compleja red estratégica y carácter defensivo, urdida para defensa de la
cora andalusí de Baeza.
Siendo uno de los
castillos más emblemáticos de al-Ándalus, por su antigüedad e imponente y bien
conservada arquitectura militar, ha sido llevado al cine en películas como El Capitán Trueno y el Santo Grial y fue
escenario de ‘minutos musicales’ (actuaciones televisivas) de renombrados
artistas, como Isabel Pantoja. Declarado Monumento Histórico Artístico (1931) y
Bien de Interés Cultural (BIC), posiblemente sea el edificio bereber más
sobresaliente de la Península Ibérica y uno de los conjuntos fortificados hispano
andalusíes mejor conservados de todos los tiempos.
El castillo se localiza
en el casco antiguo de Baños de la Encina, sobre uno de las elevaciones que lo
forman, el cerro del Cueto. La localidad ha sido declarada Conjunto
Histórico-Artístico (1969) y ha entrado a formar parte del club de los Pueblos
más bonitos de España recientemente. Se alza imponente sobre el Cerro del
Cueto, un relieve residual y tabular labrado sobre las rocas detríticas de la
Cobertera Tabular, conglomerados y areniscas rojizas, estas últimas muy usadas
en cantería y conocidas como “piedras de asperón”. Es una verdadera atalaya, un mirador natural situado
en la cuenca del Alto Guadalquivir, tanto a Sierra Morena como a la Cordillera
Bética.
En las laderas N, S y O,
bajo el castillo, se encuentran las rocas detríticas de la Cobertera Tabular, discordantes
sobre las pizarras de las Facies Culm de Los Pedroches (Macizo Ibérico), y en
ladera E y SE está la Falla de Baños de Encina, que pone en contacto las rocas
del Macizo Ibérico (Sierra Morena) con la Depresión del Guadalquivir (Fosa de
Bailén).
El Cerro del Cueto ha
estado ocupado desde el Calcolítico debido al rico patrimonio minero de su
entorno. Así lo constatan las excavaciones arqueológicas realizadas en el
castillo, que han sacado a la luz restos cerámicos y herramientas de piedra
usadas en la cercana mina del Polígono-Contraminas (explotada desde la última
Edad del Cobre), restos de la muralla de un antiguo poblado argárico y función
metalúrgica, así como una escalinata de acceso y capiteles de un templo romano
y carácter funerario: posiblemente dedicado a una tal Ilicia.
La fortaleza, con forma
oval (100x46 m) y una puerta de acceso, está construida con un magnífico tapial
o tabiyya, heredero del mejor opus caementicium (mortero) romano. La
mezcla o encofrado está formado con tierra, arena, cal y cantos de río de
diferente tamaño, según posición en altura, excepto el alcazarejo noreste y la
torre del homenaje, que están construidos en mampostería irregular (a excepción
de la parte superior de la Almena Gorda, que cuenta con sillares mejor
trabajados). A lo largo de su muralla, que destaca por su color rojizo, se
distribuyen 14 torres cuadradas (en realidad una de ellas es pentagonal)
estructuradas en 3 niveles y de tamaño bastante similar, y la torre del
homenaje o Almena Gorda, quasi
circular. Construida tras la conquista castellana, y envolviendo una bereber
similar a las anteriores, presenta dos fases de construcción (XIII y XV) y mayor
altura que el resto de sus hermanas. Dirigida a la Plaza Mayor del pueblo y de forma
más o menos ovalada, cubría el único flanco por donde el castillo podía ser
atacado mediante trebuchet, un tipo
de catapulta que se generalizó a partir del siglo XIII en los asedios que se
producían en la vieja Europa.
Las murallas y las torres
están rematadas con merlones y perforadas con aspilleras. En el interior del
castillo, girando en torno al espacio abierto de los aljibes (se nutría con las
aguas de lluvia y abastecía a los habitantes del interior del hins o izn), que hacía las veces de minúsculo patio de armas, se
distribuían calles con viviendas, cuadras, patios y almacenes, con una
intención más o menos clara: crear un complejo entramado urbano que dificultara
la acción invasora de un posible atacante.
El castillo mantuvo su
carácter militar hasta comienzo del siglo XVI, para después caer en una fase
decadente que ya fue definitiva en el XVII. Mucho después, desde la segunda
mitad del XIX hasta 1929, fue usado como cementerio parroquial bajo la
protección de la iglesia de Santa María del Cueto. En su interior contaba con
criptas familiares, tanto en superficie como en los habitáculos de las torres,
también había nichos adosados a las murallas y tumbas al exterior del recinto. En
la segunda mitad del siglo XX se procedió a la exhumación de los cuerpos y,
poco a poco, tras varias excavaciones e intervenciones arqueológicas y ya en la
primera década del XXI, se llevó a total su total recuperación y buen término.
Tanto en el interior como en el exterior del castillo se han establecido las
distintas fases de ocupación del Cerro del Cueto, desde la Edad del Cobre hasta
nuestros días.