jueves, 7 de abril de 2022

Un viajero por Las Alpujarras, un viaje a tu interior

La propuesta que aquí hacemos te permitirá disfrutar de una fascinante ruta por el macizo serrano de las Alpujarras, un lugar de paz e inspiración donde podrás gozar de la bella hondura de sus barrancos y tahas, de un conjunto de pueblitos blancos que parecen tendidos al sol más brillante, mecidos y a la suerte de los vientos de Sierra Nevada. La ruta presenta una geografía quebrada, cautivadora, donde la trama urbana y los cultivos en bancal conviven en perfecta armonía con el entorno natural que los envuelve, una tierra forjada por la acción del agua y la mano del hombre, un paisaje fascinante que hará que se te encoja el alma.

Déjate llevar por el escandaloso silencio de sus montañas, arrópate con el susurro de su brisa… sigue la senda que te marca el murmullo de unas acequias cuyo origen se pierde en la memoria de los tiempos. En las Alpujarras no hay mayor placer que dejarse llevar por sus laberínticas callejas, un amago de estrechez viaria que discurre entre ‘tinaos’ y minúsculos talleres artesanales. Pizarra, launa y cal, un conjunto urbano que amenaza con precipitarse al abismo más profundo. Aunque hayas seleccionado un destino concreto, detente en cualquier lugar que te agrade, pues en estas sierras la sorpresa emerge en el pliegue más inesperado.

Aunque la meta de esta etapa tiene como destino final el Barranco del Poqueira, los tres pueblecitos blancos y escalonados que cuelgan de la impresionante quebrada, en ruta podrás disfrutar de un enorme abanico de posibilidades. En Lanjarón, puerta de la Alpujarra, debes degustar sus afamadas aguas medicinales, que fluyen de los manantiales de Sierra Nevada, y conocer su rico patrimonio arqueológico, cuyo principal referente es el ‘castillo de los moros’. Pero no dejes de visitar su recóndito Barrio del Hondillo, un conjunto de calles estrechas y adaptadas a una accidentada orografía que aún conserva la memoria de su pasado morisco. A tiro de piedra, Órgiva se derrama como gran villa alpujarreña ocupando las fértiles tierras del valle del río Guadalfeo, lugar de retiro de Boabdil, el último rey nazarí de Granada. Siendo notable su patrimonio monumental — Iglesia de Nuestra Señora de la Expectación, Casa Palacio de los Condes de Sástago, la Ermita de San Sebastián y el Molino de Benizalte—, su verdadero valor se encuentra en la generosidad agrícola de sus tierras, en sus verduras, cítricos y aceites. ¡Déjate sorprender por su singular puchero de hinojos! En líneas generales, aunque su gastronomía ha sido tradicionalmente contundente, basada en las carnes y los embutidos y como respuesta a los rigores climáticos, la Alpujarra cuenta hoy con una huerta excelente y una cocina basada en los productos de proximidad y ecológicos.

Aunque los requiebros de la calzada nos avisan ya de la cercanía de los pueblos del Poqueira: Pampaneira, Bubión y Capileira, posiblemente el conjunto de arquitectura popular mejor conservado de la Península, es parada obligatoria detenerte en el mágico pueblito de Soportújar. En sus calles, todo gira alrededor de hechiceras, meigas y encantamientos. Como podrás apreciar, en las Alpujarras no faltan joyas monumentales de renombre, pero el encanto de estas sierras se encuentra en el detalle más pequeño, cotidiano, y en el todo.

Mediante un recorrido paisajístico que en ocasiones podrá parecerte apasionante, en esta segunda etapa disfrutarás del Sitio Histórico de la Alpujarra Media y La Taha, el área geográfica que mejor conserva los valores típicos alpujarreños y el mayor conjunto de patrimonio histórico protegido de toda Europa. Y todo ello a la vera y al amparo de las excelencias ambientales del Parque Natural y Nacional de Sierra Nevada.

Viajarás ahora por una tierra que fue de ‘hierba y pastos’, al-bugscharra, término árabe que dio origen al nombre Alpujarra. Un reino de pueblos anclados a una geografía quebrada, difícil de narrar, donde roca, agua e ingenio se entrelazan para formar un todo indisoluble: villas blancas, mestizas, de raíces moriscas y apelativos que se pierden en el origen de los tiempos. La carretera, pegada ahora a las sinuosidades de la sierra, irá entrando y saliendo por barrancos de belleza inimaginable mientras atraviesa una retahíla de pueblecitos blancos, pulcros, que terminan por parecerse unos a otros: casas apiñadas y cúbicas, adaptadas al terreno y orientadas al sur para aprovechar las bondades climáticas del Mediterráneo.

Si tienes tiempo y ocasión, aprovecha para realizar alguno de los senderos que asciende a las mayores cumbres de la Península Ibérica. Por otra parte, y en materia gastronómica, aunque el jamón de Trevélez es el mayor exponente de la etapa, también destacan los embutidos de la zona, el vino de Cádiar o las aguas de Pórtugos (Fuente Agria). Anecdótico pero llamativo, el pueblo de Bérchules festeja su Nochevieja el primer fin de semana de agosto, ¡aprovecha la ocasión y date un baño de Navidad en verano!

En esta última etapa dejarás atrás la cabecera del río Guadalfeo para regresar a la alta montaña. La provincia de Granada quedará atrás, aunque no debes abandonarla sin detenerte a conocer algunos de los municipios de la ruta, como Ugíjar o Yegén, que fuera residencia del afamado literato Gerard Brenan y escenario de su obra ‘Al Sur de Granada’. Ahora, en la vertiente oriental de Sierra Nevada, Laujar de Andarax y la provincia de Almería te darán la bienvenida. Situada al pie del Parque Natural y frente a la Sierra de Gádor, es tierra generosa en huertas y productora de vinos muy singulares, de mucho carácter: no pases de largo sin degustar sus caldos, alguno ecológico, y sus quesos de cabra. Lo más característico de este municipio es la abundancia de agua pues, entre otras muchas fuentes, aquí nace el río Andarax que vertebra gran parte de la provincia. Escenario de algunos de los principales episodios del levantamiento morisco y de la Rebelión de las Alpujarras, cuenta la villa con un importante patrimonio monumental que tiene como exponentes más sobresalientes a la Iglesia de la Encarnación, llamada La Catedral de la Alpujarra, y un sinfín de fuentes y pilares de gran valor histórico y etnográfico.

Cuando caiga el día, asómate a la tarde desde el mirador de Laujar, con la Sierra de Gádor al frente, apreciarás como el horizonte se diluye con el más bello ocaso, un instante que nos puede parecer toda una eternidad.

Aunque el viaje finaliza, durante la ruta de regreso y siguiendo el hilo del río Andarax debes hacer alguna que otra parada, ¡es inevitable! En Canjáyar, recréate de un conjunto histórico irrepetible; en Terque, interésate por sus museos y por la que fuera su ‘uva del barco’, una historia muy peculiar… y no te marches sin visitar el Enclave Arqueológico de Los Millares, la primera ciudad del Occidente Europeo. Como podrás apreciar, aún te has dejado mucho que conocer, que vivir… por lo que emocionarte en una tierra que fascina. Regresarás, con seguridad.







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