jueves, 7 de septiembre de 2017

De tertulia

Y allí armaban buena tertulia, aunque andando el vino y metidos en finca ajena casi se llegaba a disputa. Defendía uno, más liberal, adalid de desentuertos, los derechos y fueros de los pueblos del norte, tierra de postín, gente de mucho bullir en negocios. Y abanderaba éste la bondad de los conciertos económicos que estas regiones habían firmado con el Gobierno en 1878. Y había otro que afirmaba que “habría de llegar el día en que aquellas provincias andarán por su cuenta, sin ir de la mano de nadie, a la par que Castilla, que son gente con cultura propia, singular, y lengua bien puesta”. El de la yegua alba, habiendo rodado según decía por medio mundo, que no era otro que a uno y otro lado de Sierra Morena, y desde la perspectiva que da saber de la mucha mudanza de las gentes, “aseguraba que cada pueblo, unos y otros, tiene su cerro grande, como tiene ombligo, al que no deja de mirar y tiene como referente, con sus leyendas y mitos, y que, cuando viene con montera, si ha de llover, pues llueve”. Seguía aseverando que “cada indio tiene sus trajines, unos más y otros menos, y que por eso no han de ser más ni mejor puestos los unos que los otros”. Y concluía juramentando que “lo que ocurría es que en estas tierras, las de por debajo de Despeñaperros, la queja siempre es con boca chica y para adentro, y así les iba”.

El de las cabras, entrando al trapo, apuntalaba con rotundidad que “si era por hablas o cultura, Españas hay ciento, un millón…, cada pueblo, cada casa, cada familia lo es. Que cada cual, en su hogar, llama al pan y aceite como bien le viene en gana o tiene por costumbre para que así se den por aludidos los inquilinos de la propia, que en la suya le llaman cucharro y ese no era motivo para ir desyuntado de la vecindad. Si ha de ser para mejor y todos por igual, que haya tres, cuatro o cien Españas; si es para que unos tengan la manija, como venía siendo, y vivir por desigual, ¡que revienten!”. “Bueno, bueno…” –añadió, echando un trago bien largo de la bota, como si el vino fuera a desaparecer de la faz de la tierra-, “reventar, reventar, lo haremos los de turno y como viene siendo norma cada vez que dobla a tiempo revuelto”.


4 comentarios:

  1. Me encanta tu forma de narrativa.
    Son palabras tan nuestras del vocabulario Bañusco, que por muchos años casi lo olvidé.
    Gracias por recordarmelo.
    Aunque la palabra cucharro, esa, nunca se borró a la hora de muchas cenas.

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  2. Algún día debería plantearse escribir un libro, sería una buena decisión. Desconozco si alguna vez se ha presentado a algún concurso literario. Solo puedo decirle que hay maestros que desconocen que lo son. Enhorabuena.

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    1. ¡Muchas gracias! En ello estoy, de hecho estos dos párrafos son de la novelilla que tengo entre manos, que entiendo puedo llamar histórica. Tan sólo me quedan algunas correcciones y el prólogo, que me lo está haciendo un buen amigo mejor puesto en estas lides.

      Soy padre de algunos concursos, alguno adulto casi con canas, los otros murieron en la primera infancia, ¡cosas de la política mal entendida y las malas mañas! El tiempo, que te enseña mucho de la vida, me ha inclinado más por los encuentros y recitales, como el que se viene haciendo en Baños y que este año tiene a Guarromán como sede (Sierra Morena). Ahí, cada cual habla de su libro. Me gusta, lo entiendo como el fútbol (bajo mi prisma), donde hay grandes jugadores, según puesto y otras cosas, pero no hay uno que sea el mejor.

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