Andaba ya casi mediada la década
de los felices años 20, cuando una avalancha de estudios y proyectos
desembarcaron en el áspero pellejo de Sierra Morena, más concretamente en el
término municipal de Baños de la Encina. En gran medida, arribaron al amparo de
las ideas "regeneracionistas" propugnadas por Joaquín Costa en el
tránsito de siglo, que encontraron en la Dictadura de Primo de Rivera cierto cobijo.
Los hubo de variopinto carácter.
Los unos, tendentes a la mejora y eficacia de las producciones agrícolas del
valle, propugnaban interesantes trasvases de agua desde el río Guarrizas a la
Campiñuela. Los más, vinculados a los postulados higienistas del momento, que
preocupados por la falta de agua potable durante los meses de estío y por las
muchas epidemias que parían, andaban a brazo partido en la búsqueda de nuevos y
mejores manantiales que los hontanales del Barranco de Valdeloshuertos..
En esas y en 1924, el ingeniero
militar Ángel Arbex evaluó los posibles veneros y el montante económico que
supondría su adecuación para el consumo y la posterior conducción de aguas
hasta la localidad. Cuatro fueron las opciones que de barajaron antes de estudio de detalle:
- El Cerro del Navamorquín, del que preocupaba la posible toxicidad de las aguas debido a la alta presencia de filones mineros.
- El encuentro de la falla con Los Ruedos (que se abastecería del venero del Santo Cristo). Pobre en aguas, el coste de funcionamiento se encarecía debido a la necesidad de bombear el líquido elemento hasta la parte superior del pueblo.
- Un proyecto común con la ciudad de Linares, un trasvase de aguas desde el Río Grande, aguas arriba del Rumblar. Para ello se crearía un pantano en el lugar denominado El Puntal, al norte del poblado minero de El Centenillo (que finalmente sí llevaría a cabo la ciudad de Linares).
- Finalmente, la opción considerada como más eficaz fue la de traer las aguas del venero serrano de Gorgogil. Su bondad radicaba en sus buenas y abundantes aguas, aunque mayor caudal ofrecía el venero en la vertiente contraria, en Aguas Negras.
- El Cerro del Navamorquín, del que preocupaba la posible toxicidad de las aguas debido a la alta presencia de filones mineros.
- El encuentro de la falla con Los Ruedos (que se abastecería del venero del Santo Cristo). Pobre en aguas, el coste de funcionamiento se encarecía debido a la necesidad de bombear el líquido elemento hasta la parte superior del pueblo.
- Un proyecto común con la ciudad de Linares, un trasvase de aguas desde el Río Grande, aguas arriba del Rumblar. Para ello se crearía un pantano en el lugar denominado El Puntal, al norte del poblado minero de El Centenillo (que finalmente sí llevaría a cabo la ciudad de Linares).
- Finalmente, la opción considerada como más eficaz fue la de traer las aguas del venero serrano de Gorgogil. Su bondad radicaba en sus buenas y abundantes aguas, aunque mayor caudal ofrecía el venero en la vertiente contraria, en Aguas Negras.
La opción elegida, la de
Gorgogil, que fue ejecutada durante la segunda mitad de la década de los
cincuenta (siglo XX), lo fue en la virtud de que las aguas vendrían sin
esfuerzo por la propia pendiente.
“… A pesar de tener Baños de la Encina unos 3.200 habitantes y debido a su
riqueza olivarera varias fábricas de aceite que consumen un caudal importante
de agua no tiene abastecimiento de agua propiamente dicho. Unas casas se surten
de pozos situados dentro de la población a pesar de ser estos de malas
condiciones higiénicas y otros vecinos van a buscar el agua a fuentecillas
situadas fuera del pueblo, algunas a bastante distancia, y todas de
caudal muy corto sobre todo en la época de estiaje."
E. Dupuy de Lomé, 1924.
E. Dupuy de Lomé, 1924.
Este suministro vendría a
sustituir a las cuatro fuentes históricas que hasta entonces habían abastecido
al pueblo: Cayetana, Pacheca, Socavón y Salsipuedes, todas ellas situadas en el
Barranco de Valdeloshuertos, a relativa distancia y por debajo de la cota del
pueblo. Paradigma de esas cosas casi imposibles, el proyecto fue dando tretas
(dictadura, dictablanca, república…dictadura) para culminar su ejecución 30
años después.
Otros proyectos estaban
vinculados a la mejora de las vías de comunicación, con el firme objetivo final
de aumentar la eficacia de la explotación de los recursos económicos y
potenciar una mayor diversificación de los usos del territorio serrano, hasta
ese momento extremadamente dependiente de la actividad minera. Años atrás y
enteramente unido a la minería, se contó con un proyecto para tender una línea
de ferrocarril desde La Carolina a Puertollano, que recorrería todo el norte
del término municipal circulando por Los Guindos y El Centenillo. Proyecto
fallido.
En aquella algarabía, se redactó
un nuevo proyecto que planteaba la construcción de dos pasarelas que salvarían
los ríos Rumblar y Grande, mejorando el acceso entre la campiña, a través del
pueblo de Baños, y la Sierra. Se utilizaba para ello dos de los caminos
históricos que unían el Alto Guadalquivir con La Mancha: los del Hoyo de
Mestanza y San Lorenzo de Calatrava. El objetivo final era mejorar las vías de
comunicación, favorecer el poblamiento serrano, diversificar la economía
agraria interior y optimizar la explotación económica serrana. En fin, hacer
que un territorio dependiera en menor medida de un monopolio, por añadido
finito.
“… Los tres ríos citados son vadeables por algunos sitios la mayor parte
del año, pero aparte de los peligros, molestias e incidencias desagradables a
que diariamente da lugar tenerlos que vadear, ocurre con bastante frecuencia
que en pocas horas sobreviene crecida que imposibilita el paso e impide, o que
los habitantes puedan ir a sus labores, o que si se encontraban en ellas puedan
regresar a sus casas, sin dar un rodeo de 18 kilómetros."
Ángel Arbex, 1927.
Pero vinieron las “vacas flacas”
del ’29 y el Estado, gestor de desequilibrios territoriales por naturaleza, entonces
y ahora, eso sí siempre en busca de la mayor eficacia de las naciones, tomó la
firme decisión de embalsar las aguas del río Rumblar para aumentar las
posibilidades de riego del curso bajo del Rumblar, las vegas de Espeluy, Villanueva
de la Reina y Andújar.
Como otras muchas grandes
empresas de desarrollo local, el proyecto cayó bajo la apisonadora de una
comprensión más global del territorio. En tierras de Baños, el Rumblar pasó de
vía de comunicación que vertebraba el territorio a lámina de agua, a una barrera,
que impedía el paso a uno y otro lado de la cuenca hídrica. Lentamente, la
posible y visionaria diversificación económica serrana fracasó, el territorio
mudó hasta convertirse en una ancha faja serrana con una extrema especialización
cinegética y taurina, los pagos se “sembraron” de alambradas y se rompieron los
caminos, la opacidad del territorio cabalgó de forma alarmante y el despoblamiento
y la precariedad económica vinieron para quedarse.
Con seguridad, el embalse de la
Cerrada de la Lóbrega acrecentó la producción de las vegas del bajo Rumblar.
Pero, paralelamente, dio al traste con el desarrollo serrano creando una
barrera hídrica cada vez más insalvable y un territorio hermético que
acrecienta su opacidad a pasos agigantados, aún hoy, casi un siglo después.
Y pasados los muchos años, Baños de
la Encina es tierra de viejos, de muchos viejos, alguno de ellos de piedra, que
cuesta mucho mantener. Y cuando llegan las vacas flacas, que siempre llegan, en
la vega, en los territorios que se llaman a si mismos prósperos de compararse
con los otros, que entienden son
torpes o perezosos, hay quién dice “y nosotros estamos obligados a mantener
estos muertos”
… y quieren comer aparte.
… y quieren comer aparte.