lunes, 25 de marzo de 2013

Tejeda, Almijara y Alhama...

... un paisaje cultural tallado por sus gentes.

Las tierras de este espacio natural, sus sierras, se elevan como una muralla que dificulta el acceso desde la costa hasta las tierras del interior, hacia las fértiles hoyas que riega la cuenca del Genil. Pese a ello, ya desde antiguo, sus gentes fueron trazando caminos históricos que, superando los puertos de Cómpeta, Frigiliana o el de La Venta de la Lata, les permitían llevar sus géneros, el pescado, que tenía como finalidad arribar a la lonja de Alhendín (Granada). Por este motivo no es extraño encontrar topónimos vinculados a la pesca (Cerro del Pescado, Poyos del Pescado, Cerro Pescaderos,…) o que su relieve esté salpicado de viejas ventas: del Vicario, del Fraile o de Marina. La misma y compleja orografía, que dificultaba el paso del amigo y del enemigo, fue también objeto de la construcción de atalayas y castillos que apoyaran este fin; así, en la costa, se elevan por doquier torres almenaras para defenderse de los piratas berberiscos (Torre de Maro, de la Caleta o de Cerro Gordo). En el interior apenas quedan algunas románticas ruinas, como el castillo de Zalía (Boquete de Zafarraya).

Pero quizá sean la riqueza hídrica que desciende de la sierra, junto con el carácter subtropical de su clima, los que han marcado los quehaceres de estas gentes y el patrimonio a ellas vinculado. Así, no es difícil observar sobre las lomas de Cómpeta, Frigiliana o Salares como se derraman los paseros (secaderos de uva para obtener la pasa); como descienden, camino de la costa, trapiches (frigiliana, siglo XVIII), ingenios (Armengol, en Maro), acueductos (Águila, Maro) y molinos de papel (Río de la Miel, siglo XVIII); o como salpican los cauces resineras (Fornes), aserraderos (Cazulas, junto al río Verde), fábricas de luz (ríos Turvilla, Torrox y Chíllar), balnearios (Alhama y Las Majadas, aldea de Alcaucín), minas y lavaderos de mineral (Barranco de los Cazadores, junto a la Fuente del Esparto), fundiciones (la romana de Jáyena o la más moderna de Nerja que evacuaba metal desde la Playa de Burriana) y molinos harineros (San José en Jáyena o los de Doña Fidela, Reusto y Castrán en Archez). En la cima, el agua, viene representada por la Casa de la Nieve, ventisqueros en el Camino de Canillas de Aceituno a la Maroma.

Pero será la diversidad urbana la que más llamará la atención del visitante. El acopio monumental de Alhama de Granada, elevada sobre su tajo, contrasta con la complejidad urbana y la impoluta blancura morisca de Frigiliana, Cómpeta, Canillas de Aceituno, Salares y Alcaucín, o con la trama ordenada, ortogonal, de Arenas del Rey, reedificada tras el terremoto de 1884. Aunque, sin lugar a dudas, serán sus primeros cobijos los que más le sorprenderán, como ponen de manifiesto la afamada Cueva de Nerja y sus pinturas rupestres (25.000 años) o la Cueva de Zafarraya, donde se hallaron los restos del más reciente neandertal europeo.

Panorámica de Cómpeta, en la axarquía malagueña.

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