Organizada por el ayuntamiento de la villa y la empresa quesera local "Los Balanchares", la fiesta, que se celebró del viernes al domingo 23 de septiembre, contó con la participación de 20 empresas de elaboración de queso y una bodega biológica, vinos Robles, de rancio carácter montillano. La mayoría de ellas eran totalmente artesanas, como la propia organizadora, y algunas poseían su propia cabaña ganadera.
Habiéndolas de toda la península, me cautivaron especialmente dos de ellas: una manchega y otra de la Sierra de Aracena. La primera, Castillo de Peñarroya de Ciudad Real, con un curado 100% leche cruda de oveja; la segunda, Monte Robledo, con un queso viejo de cabra y curación natural, de tonos rojizos y extremadamente picante, ¡espectacular! Tampoco estaba mal un curado de oveja Marqués del Valle, de El Viso, que a la sazón vino en la talega.
El local, de cabra, pasado por el horno, ya lo conocía, pero no por ello dejaba de ser genial.
Visita bien aprovechada...
Puedo jurar que faltó queso... y seguro que también vino.
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