miércoles, 14 de marzo de 2012

Parque Natural de Cardeña y Montoro

CUANDO EL VIAJERO SE ENFRENTA A LAS TIERRAS DEL PARQUE NATURAL DESDE EL VALLE DEL GUADALQUIVIR, SE TOPA CON UN EMPINADO ESCALÓN QUE, UNA VEZ SUPERADO, ALARGA EL HORIZONTE EN UN ALARDE DE CALMA Y SERENIDAD.

El Parque Natural ocupa 38.449 hectáreas de los municipios de Cardeña y Montoro.

Estas tierras, elevadas en el noroeste de la provincia de Córdoba y linderas con el vecino Parque Natural de la Sierra de Andújar, eran hasta hace poco más de un siglo una gran masa forestal del más puro bosque mediterráneo que a tramos estaba salpicado por hasta más de diez ventas que abastecían al viajero y por el que serpenteaba longitudinalmente un eje viario que comunicaba el valle del Guadalquivir con Castilla; su más añejo antecedente se encuentra en la calzada romana de Épora a Solia de la que aún se mantiene intacto un testigo en la zona de Las Casillas. Tras la desamortización civil de Madoz, agricultores y ganaderos fueron rozando el monte hasta crear lo que hoy es una joven dehesa de encinar donde llanean plácidamente Cardeña y sus aldeas. En esta prolongación geológica de los Pedroches comparten campeo el cerdo ibérico y vacas de raza autóctona (retinta y avileña).

En la periferia de esta dehesa, alomada y de cotas suaves, adormecida sobre una gran masa granítica, el agua de los ríos Yeguas (norte y este) y Arenoso (oeste) han ido labrando grandes arrugas en el terreno que simulan un fuerte reborde montañoso, llegando incluso a formar barrancos, abruptos, que encajonan ríos y concentran las manchas más puras de monte mediterráneo. En el relieve, fruto de la erosión de la roca de granito, llama la atención la presencia de grandes bolos y gigantescas formas alargadas o “lomos de ballena”, que tienen un presencia principal en las aldeas de Azuel y Venta del Charco.

Por el sur, cuando enfrentamos el escalón que nos eleva hasta la dehesa, pequeños afluentes, como el Fresnedoso o el Martín Gonzalo, sobre suelos de arenisca, permiten entre vertientes la presencia de un olivar histórico, hoy ecológico, que da también cobijo durante la invernada a oveja segureña trashumante. Según ascendemos, un bosque de pino piñonero y resinero va colonizando el tránsito de los nuevos suelos de pizarra que ya empiezan a emerger.

Las entrañas naturales de estas tierras:
En general, la vegetación presente está formada por un bosque mixto de encina, alcornoque y, cuando la humedad es mayor, quejigo y roble melojo, el único existente en la provincia de Córdoba y cuyo principal representante campa en las cercanías de la Venta del Charco (no hemos de obviar que esta aldea alberga el lugar de mayor pluviometría de la provincia de Córdoba). En los rebordes de la dehesa central, al hacerse más complejo el relieve, solana y umbría condicionan la vegetación presente. Así, coscoja, jarales y acebuches dejan lugar en umbría a madroños, brezos durillos y cornicabra.

En la dehesa, como compañeros de viaje del cerdo ibérico, no es extraño observar como pastan ciervos y gamos bajo la atenta mirada del águila imperial ibérica (hay seis parejas contabilizadas). En la zona hay presencia de otras aves rapaces, como águila real, calzada y culebrera, y buitre negro y leonado; y otras, como la cigüeña, tanto común como negra. En el monte más cerrado, junto al jabalí aparecen otras especies de interés como lince, tejón, zorro meloncillo, jineta y búho real.

En el tránsito que media entre olivar y pinos, hay una amplia presencia de rabilargo o mojino, que junto a la urraca, un atrayente córvido blanco y negro, y el críalo se afianzan cada día más en este territorio. En los dos principales ríos del Parque Natural hay una interesante población de nutria que comparte hábitat con mirlo acuático, martín pescador y galápago leproso.

Capítulo de interés es la diversidad presente en materia de hongos y setas, pues a la muy tradicional recolección de níscalo, se suman otras variedades como pie azul, gallipierno y turma de tierra; aunque el verdadero protagonista micológico del Parque Natural es el faisán de jara.

Un paisaje cultural tallado por sus gentes:
Sobre el Guadalquivir, a modo de atalaya que controla el importante cruce de caminos sobre el que se sitúa, Montoro expone una riqueza monumental que ocupa todo su conjunto histórico construido con una arenisca roja, la molinaza. El magnífico puente de las Donadas, que salva el Guadalquivir en dirección a la sierra, da paso a un conjunto de viejas Molinas o Almazaras de aceite, verdaderos monumentos a la economía histórica local, que van salpicando el olivar entre vertientes. Entre ellas destacan aquellas renovadas, en muchos casos reutilizas como alojamientos rurales, tal es el caso de la Colorá o el Molino de la Nava.

Según ascendemos al escalón granítico, donde el control de los caminos es fundamental, la historia ha ido moteando de bastiones los oteros, como es el caso del castillo de Azuel o las atalayas de las Mañuelas y El Escorial. Pero es la arquitectura menor, como herramienta de la economía, la que identifica a la dehesa, apareciendo por doquier abrevaderos, vallas y bardales realizados con la dura materia prima que la soporta: el granito.

El trabajo de la piedra, tanto el granito como la piedra molinaza sigue teniendo sus alarifes y canteros. Pero hay también otros artesanos que siguen haciendo de lo que da la tierra una obra de arte; así aparecen maestros de la miel, del mazapán, de esparto, del corcho,…, y hasta del calzado más artesano.

Un continúo goteo de sensaciones:
La presencia de suaves pendientes determina que este espacio protegido sea un escenario excelente para la práctica del senderismo, pero también para realizar sosegadas rutas ecuestres y de cicloturismo, con calma y disfrutando de la dehesa. El pantano de las Tejoneras, cercano al centro de visitantes, permite que los amantes de la observación de las aves encuentren aquí un enclave de sumo interés.

En materia de turismo cultural, el punto de partida principal tiene que ser la ciudad de Montoro, en la Vega, pero tanto la aldea de la Venta del Charco como la del Cerezo complementan con una bella arquitectura tradicional la monumentalidad de la capital cultural.

Como se ha subrayado, durante el tránsito otoño-invierno es interesante la recogida de setas, que el amante de lo arraigado a la tierra puede combinar con el conocimiento de la vida del cerdo ibérico en la dehesa y la visita a un centro de transformación de sus carnes para profundizar en como se elaboran chacinas, embutidos y jamones ibéricos, así como degustar estos manjares junto con la carne de monte (caza).

Senderos:
Cardeña – Aldea del Cerezo (7,4 km).
Aldea del Cerezo – Azuel (11,8 km).
Vegueta del Fresno (3,5 km).
Aldea del Cerezo – Venta del Charco (6,2 km).
Camino de Vuelcacarretas (6,6 km).

Para alojarse:
Mirador de Montoro (H***), Montoro; www.zercahoteles.com.
Molina Plaza (HS**), Montoro; www.lamolinaplaza.com.
Montoro (HS*), Montoro.
Posá La Encina de Cardeña (P*), Cardeña.
Venta del Charco (AT***), Venta del Charco (Cardeña); www.laventadelcharco.es.
La Colorá de Sierra Morena (AT**), Montoro; www.lacolora.com.
Molino de San Juan (AT**), Montoro; www.cortijomolinosanjuan.com.
Molino de Viento (AT*), Montoro.
Molino la Nava (CR-S), Montoro; www.molinonava.com.
Molina de Mesías (CR-B), Montoro; www.molinamesias.com.
Maika (CR-B), Montoro; www.casamaika.com.
San Juan (CR-B), Cardeña.
Santa Ana (CR-B), Cardeña.
Rosalía (CR-B), Cardeña; www.casaruralrosalia.es.
Charqueña (CR-B), Venta el Charco (Cardeña); www.casaruralcharquena.com.
Posada de las Ventas (CR-B), Venta del Charco (Cardeña); www.laposadadelasventas.es.

+información:
Centro de Visitantes Venta Nueva.
Enlace Carretera N-420 con CO-510, km. 79.
Cardeña (Córdoba).
Teléfono: 677 904 308 / 957 015 936.

Oficina de Turismo de Montoro.
Calle Corredera, 19.
Montoro (Córdoba).
Teléfono: 957 160 089.
www.montoro.es / aytomontoro@telefonica.net




Fotografías: el amigo José Ramón, de la tierra (Cardeña).

No hay comentarios:

Publicar un comentario