martes, 21 de octubre de 2025

Sobre una posible casa de un judeoconverso en Baños de la Encina, y 5

Conclusiones

En cierta manera, relacionado con la antigüedad de la casona, podría valorarse la posibilidad que fuera uno de los pocos testimonios locales del siglo XV, tardogóticos, argumento soportado en algunos de sus detalles decorativos, como el alfiz o el falso arco conopial. Sin embargo, si consiguiéramos una fotografía fija del momento, del último tercio del siglo XV, veríamos que, por entonces, el grueso de la población habitaba en el interior del castillo. Al exterior, sólo habría una línea de casas sencillas, posiblemente levantadas con tapia de cal y, como árido, pizarra desmenuzada, que estaría localizada por debajo de la muralla sureste, lo que conocemos como calle Santa María; una batería de cuevas horadadas en la tosca, que formaba la linde norte de Cestería; un anchurón terrizo, más corral de ganados que lugar de encuentro social, que se correspondería con la actual plaza Mayor; y, al frente, observaríamos los primeros paredones de san Mateo. Por otra parte, como se puede constatar, en el pueblo hay poca huella tardogótica, poco arco apuntado, más allá de los que vendrían a formar la bóveda de San Mateo, las arcadas de la casa del alcaide del castillo, de la que, a modo de vestigios, aún quedan algunos tambores fuera de lugar, y la bóveda que cierra la popularmente conocida como Almena Gorda, que es la torre del homenaje del castillo.

Por tanto, que una o varias casonas cuenten con este tipo de detalles decorativos de tradición gótica, como es el caso de calle Fugitivos, nos decanta por una influencia tardía, fijada cronológicamente entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII, y, como veremos, de posible tradición portuguesa. En relación con los judeoconversos, veamos qué sucedía con ellos durante estos dos siglos.

En cuestión de la persecución de judíos y judaizantes, la labor de la Inquisición fue tan eficaz en las primeras décadas del siglo XVI que, en la segunda mitad del siglo, el problema de los judeoconversos parecía resuelto. Prueba de ello es que Felipe II solicitó al Papa Pío V autorización para que el Inquisidor General de Castilla, el cardenal Espinosa, perdonara los pecados de los judaizantes mediante penitencias espirituales leves. Se puede pensar que los judeoconversos españoles, salvo excepciones, habían sido asimilados por la generalidad de la población cristiana y que sólo pequeños reductos de cristianos viejos mantenían enconadamente las diferencias[1]. A finales del siglo XVI la situación dio un vuelco radical. Felipe II se erige como rey de Portugal (1580), hecho que favoreció la penetración masiva de judeoconversos portugueses que, en buena medida, se asentaron en las ciudades y tierras del alto Guadalquivir. Desde finales del siglo XVI, como ya se ha mencionado, familias lusitanas, la mayoría procedentes del norte de Portugal, en donde se concentraba una alta densidad de población conversa, comenzaron a establecerse en Baeza y sus colaciones, como es el caso de Baños.

En aquellos años la situación cambió, pues muchos de los judeoconversos que se afincaron no sólo mantenían costumbres judaizantes, más tradición que creencia religiosa firme, por el contrario, un buen número de ellos se declararía profesante judío. Así se puso de manifiesto en los procesos y autos de fe, que tardaron en llegar por lo apremiante del ‘tema morisco’ (1909-1613), pero que se intensificarían en 1616 y prolongarían hasta 1625. Como punto final, el procedimiento concluyó con la condena y confiscación de bienes de los miembros de un grupo de criptojudíos baezanos que estaban organizados en torno a Catalina Correa. A modo de ejemplo, en 1625, en auto de fe, se condenó a siete vecinos judaizantes de Linares, todos ellos miembros de una familia[2].

En esta tesitura histórica, como ocurrió con el resto de tierras bajo la jurisdicción del concejo de Baeza, a Baños debió llegar un número variable de judeoconversos portugueses y, con ellos, en un marco social distendido y transigente, desembarcaron las maneras de hacer judaizantes, sus fiestas, oraciones y preceptos, pero también las formas constructivas de su lugar de origen, principalmente aquellas que dotaban de personalidad propia a sus viviendas y les permitía identificarse entre ellos. Aunque, por otra parte, estas peculiaridades no llegaban a delatarles frente a denunciantes y familiares de la Inquisición. En consonancia, asistían a las celebraciones religiosas y en la medida necesaria, recibían los sacramentos. Rezaban el padrenuestro y aborrecían el Glori Patri y las oraciones a la virgen María (CORONAS TEJADA, 2008). En este sentido, no debió ser casualidad que en la localidad de Baños, por entonces, con la llegada de las primeras oleadas de judeoconversos portugueses, se nombrara como familiar de la Santa Inquisición a un miembro destacado de la comunidad bañusca, Luis Molina de la Cerda, cristiano viejo por las dos ramas, la suya y la de su consorte[3]. Cabe la posibilidad que, en un primer momento de mayor relajación social, se establecieran en Baños varias familias de conversos portugueses. Debió ser uno de ellos quien edificó la vivienda de Fugitivos dejando las marcas lapidarias de tradición judeoconversa galaicoportuguesa en los muros de su fachada, como el biselado, el falso arco conopial o los rebajes rituales y, fue entonces, con la mayor osadía, cuando instaló la mezuzá y la peana soporte de la Janucá. Cuando los vientos cambiaron, aún en un momento de cierta transigencia, en un intento de parecer verdadero converso y que sus prácticas pasaran desapercibidas, debió mudar la mezuzá por el cincelado de la cruz inversa como acto de humildad y devoción cristiana. Aunque, finalmente, quizá viéndose delatado, se vio obligado a huir.

Lámina 10. Cartel antiguo aún presente en calle Fugitivos, en la fachada de la casona.

Y en este marco histórico social si, como opinaba nuestro querido cronista local don Juan Muñoz-Cobo aunque con escaso soporte documental según nos dice su hijo Eduardo, el nombre de la calle Fugitivos tiene su origen en una huida, esta no fue de los ‘moros’ que habitaban en el castillo a consecuencia de las secuelas de la batalla de las Navas (1212), sino de unos judeoconversos que, viendo cercana su captura, una segura confiscación de sus bienes y la posible ejecución en la hoguera, se dieron por pies.



[1] CORONAS TEJADA, LUIS (1978): Los judeoconversos en el Reino de Jaén. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 97. pp. 79-105. Jaén.

[2] CORONAS TEJADA, LUIS (2008): Los judíos en Jaén. Universidad de Jaén, Jaén,

[3] ‘…Por quanto para las cosas que ofresçiern a el Santo Officio de la Ynquisiçion conviene que aya personas a quien les encomendar e cometer, confiando de vos Luys de Molina de la Cerda, vecino del lugar de Vaños, distrito de esta jurisdiçion e ynquisiçion, e de vuestra diligencia, e que bien e fielmente hareys lo que por nos vos fuere encomendado, e avida ynformaçion que en vuestra persona e doña Catalina Galindo, vuestra mujer, concurren las calidades que para ello se requieren, por la presente vos nombramos, constituimos e diputamos famyliar deste Santo Officio, para que seais uno de los del numero del dicho lugar de Vaños…’. AMBE, Actas Capitulares de 1594, fols. 127v-128v.

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