(...)
“Los tres ríos citados son vadeables por algunos sitios la
mayor parte del año, pero aparte de los peligros, molestias e incidencias
desagradables a que diariamente da lugar tenerlos que vadear, ocurre con
bastante frecuencia que en pocas horas sobreviene crecida que imposibilita el
paso e impide, o que los habitantes puedan ir a sus labores, o que si se
encontraban en ellas puedan regresar a sus casas, sin dar un rodeo de 18 kilómetros."
Ángel Arbex, 1927.
Y esto viene al cuento de un magno proyecto de pasarelas
metálicas que salvarían los ríos Rumblar y Grande -Caminos de San Lorenzo y
Mestanza- facilitando un uso más generalizado y social de la sierra bañusca.
Pero, como muchos otras grandes empresas de desarrollo local, cayeron bajo la
apisonadora de una comprensión más global del territorio.
Con seguridad, el embalsado del Rumblar acrecentó la
producción de las vegas del bajo Rumblar pero, paralelamente, dio al traste con el
desarrollo serrano creando una barrera hídrica cada vez más insalvable y un territorio
hermético que acrecienta su opacidad a pasos agigantados.
Fotografía del amigo Juanjo Mercado
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