sábado, 20 de septiembre de 2025

El camino de las Piedras Bermejas, Baños de la Encina (Jaén): una incógnita cartográfica y parcelaria. UNO

El punto de partida: los llanos del Santo Cristo y Calvario Viejo

En la cota más alta del pueblo, a 459 metros de altitud y dejando atrás la villa vieja, las apreturas del callejero desaparecen, la pendiente del frente de falla se diluye hasta quedar en nada y la anchura campa en el llano del Santo Cristo, antiguo descansadero de ganado trashumante. En sus aledaños, en el Carril de Mestanza, las casuchas son de piedra encalada y de un blanco que raya la pulcritud, algo achaparradas y de sencilla simetría en sus fachadas.

Lámina 1: Carril de Mestanza a comienzos del siglo XX, fuente: archivo familiar de Plácida Álvarez / Cruz de las Azucenas y ermita del Cristo

Encastradas las unas a las otras, la cubierta cerraba con vigas de encina y carcoma, gavillas de monte bajo, barro y teja moruna. Emulando a las corralas, a la fuerza y por tradición, familias de todo pelaje compartían cuartos y portales, colchones de lana y chinches, penurias y una solidaridad que sólo conocen aquellos que nada tienen que perder. Pues, cuando apenas se consigue en propiedad media cuerda de tierra, uno se olvida del prójimo y acaba por cercar la parcela con alambre de espino y precintar cualquier camino lindero. Situadas a uno y otro lado del viejo carril, las dos hileras de casas flanqueaban un viario mal enlosado con cascajos de piedra que iba a romper contra el rollo de la Cruz de las Azucenas, antiguo humilladero del Cristo de la Luz. Hasta mediado el siglo XX y por detrás suya, donde comenzaba el límite de la jurisdicción merina —Honrado Concejo de la Mesta—, arrancaba un llano rojizo y polvoriento, el del Santo Cristo. Tierra que fue del Común y en justicia de nadie. Sin disimulo, el caos que provocaba sus diferentes usos venía a deshacer el concierto de la línea de casuchines que nos traía.

Lámina 2: Ubicación general de la zona de estudio. Fuente: Mapa Topográfico 1:50.000, hoja 884 La Carolina. Instituto Geográfico Nacional, 2002

Comenzaba allí un desorden concebido sin voluntad propia y establecido sin hacer uso de escuadra ni cartabón. Sin apenas desdibujar el ocaso, de entre las canteras de asperón, cuyo uso se pierde en el tiempo pese a que ahora están atestadas de estiércol y agua sucia, se levantaban oscuros bardales cimentados sobre la nada. Junto a los hoyos, entre quiñones de tierra calma y cabrerizas para el ganado, sólo se cosechaba miseria. Alguna cuadra, cuando no paridera decadente, numerosos estercoleros y unos cuantos chamizos desperdigados apenas daban para vestir la anchura del llano. A modo de epílogo, una docena de eras pergeñadas con ripios de arenisca eran preámbulo del calcinado horizonte serrano. Y en medio de aquella tormenta edificatoria, se alzaba el monumental féretro de D. Pedro García Delgado, canónigo de la catedral de Jaén allá por la segunda mitad del siglo XVII: la ermita de Jesús del Llano.

Lámina 3: Cantera de arenisca en el Santo Cristo, al fondo la ermita / Distribución de las eras del Llano, fuente: Polígono 45 del parcelario de Baños de la Encina, año 1942. Servicio de Catastro Topográfico Parcelario  

Estéril como la roca dura que era, más allá de abastecer la fábrica de iglesias y casonas solariegas, aquella llanura de arenisca no tuvo más uso que su cíclica utilización como solar de las eras de pan trillar y descansadero de los ganados trashumantes que bajaban a una región históricamente reconocida como extremo de invernada: Sierra Morena. Pese a ello, bien aireada por los vientos, debido a su diferencia altitudinal frente a la campiña, acogió en su esquina oriental un molino de viento al uso manchego, que ya por 1888 se decía en ruinas.

Durante décadas, en el esquinazo de levante de la mesa tabular del Llano, donde el rincón de Buenos Aires se asomaba a la cabecera de los arroyos de La Alcubilla y de Los Huertos, se conservaron los hormazos mal pergeñados de la ermita de Santa Olalla. Erigida impenitente entre un hato de eras, como pica sobre luna vieja destripada en el llano, en buena y lejana hora se edificó donde el camino de San Lorenzo y el cordel merino de Guarromán entraban en nupcias y continuaban como uno solo hasta entroncar con el Carril de Mestanza, senda que desprende memoria trashumante en su apelativo. Finalmente, este carril penetraba en el corazón de la 'villa vieja' de Baños para alcanzar la Plaza Mayor. Como un servidor, hay autores que piensan que el cuerpo de la capilla de Santa Olalla, en su génesis, fue torreón vigía. Este, tuvo como encomienda, apoyándose visualmente en la atalaya de Santo Domingo, luego ermita y guardiana de la variante del camino de San Lorenzo por el arroyo de la Celada o Zalá, mediar entre el castillo de Baños y la primitiva torre defensiva que hoy queda encajada en el crucero del Santuario de la Virgen de la Encina (lámina 4). Con la desamortización del primer tercio decimonónico, Santa Olalla perdió capellanías y santero, derramó sus piedras por la cuerda y acabó casi en nada. Los sillares buenos acabaron aplomando las esquinas de unas cuantas casuchas, los mampuestos de mayor tamaño enderezaron las corralizas vecinas y los ripios se utilizaron para gestar una de aquellas rechonchas eras de pan trillar, rueda de piedra, sudor y viento que se derramaba a la sombra vespertina de la ruina. Y de lo que quedó en pie, se levantó de nuevas un molino de viento.

Lámina 4: Distribución de molino, caminos y torreones, fuente: Mapa topográfico de Baños de la Encina 1:25.000, Francisco Ponce. Instituto Geográfico y Estadístico, año 1878

En ruta, al noreste de la mesa tabular del Santo Cristo, aunque a menor altura (400 m.s.n.m.), el Calvario Viejo es tan sólo una pequeña prolongación del llano del Cristo que nos traía. Pese a que hoy sólo queda el recuerdo del nombre, en los mentideros locales se dice que debe su apelativo a la efímera existencia de un conjunto de cruces procesionales, un viacrucis que en conjunto representaría las estaciones de la Pasión de Cristo. Atrás queda el molino de viento y, más abajo, la huella borrosa de otras eras, las antiguas del Calvario, cuya impronta es apenas perceptible bajo el hormigón de una modernidad mal planificada que plantó en el lugar más complicado, en el más inaccesible, un polígono industrial. Valga como muestra de esta afirmación que de entre todas las naves, convertidas la mayoría en cocherones, la que mantiene mayor actividad es la que ha sido destinada a tanatorio.

Lámina 5: Ubicación del molino de viento, fuente: Callejero de Baños de la Encina, año 1888. Instituto Geográfico y Estadístico / Encuentro del camino de San Lorenzo con el del Calvario Viejo y eras del Calvario, fuente: Polígono 43 del parcelario de Baños de la Encina, año 1941. Servicio de Catastro Topográfico Parcelario

Cuando la planicie del Calvario Viejo viene a deshacerse y se derrama por las hazas de tierra de la Piedra Escurridera, el camino de San Lorenzo, que era de herradura, se une a la calzada del Calvario, que es prolongación de la vereda de carne de Linares. Unidos, como uno solo prosigue dirección norte bajo el nombre de San Lorenzo, también del Hoyo, aunque popularmente se conoce con el apelativo de camino de la Picoza (lámina 5).

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