La
tarde noche del pasado domingo, 22 de julio, la Plaza de Santa María de Baños
de la Encina, magistral preámbulo urbano de su imponente fortaleza, se vistió
de “faralaes” para pregonar los orígenes más remotos del Flamenco, pues el
“origen del Flamenco lo lleva escrito en su nombre. Y en el nombre de sus
palos. Y en el nombre de las mujeres y hombres que lo han conservado en su
garganta, en sus manos, en sus pies, en el alma. Porque las cosas existen
cuando se nombran”. Así comenzaba Antonio Manuel la presentación de su nuevo
libro “Flamenco: arqueología de lo jondo”.
Antonio
Manuel, cordobés de Almodóvar del Río, intelectual andaluz y profesor
comprometido contó para la ocasión con el apoyo del Excmo. Ayuntamiento de
Baños de la Encina y la especial colaboración de la Peña Flamenca “Antonio
Laruta”, que coordinó el desarrollo del evento. Bajo la atenta vigilancia del
coloso musulmán y la muda expectación de más de un centenar de asistentes,
entregados al tañido de guitarra de Alejandro Mondaray y al quejío de los cantaores locales que
participaron, Antonio Manuel fue narrando el origen del flamenco y su
desarrollo en el seno de una comunidad vapuleada una y otra vez, la que se
gestó en Andalucía durante tres siglos, los que se sucedieron a la expulsión
morisca y judía que tuvo lugar durante el reinado de los Reyes Católicos. “Y el
flamenco es una de las huellas más reveladoras de cómo un pueblo consiguió
sobrevivir reconstruyendo su identidad para no dejar de ser quien era”.
Antonio
Manuel fue desgranando el origen de cada uno de los Palos del Flamenco, de su apelativo y de muchas de las letras que hoy, pasado el tiempo, aún ocultan encriptados mensajes bajo la fonética de su pronunciación. Para ello contó con
la guitarra de Alejandro, que acompañó excepcionalmente los fandangos y soleás,
las tarantas y los tangos… de Fede de
Baños, de Pedro Ortiz “El Pinche”, de José Antonio Pérez “El Tuta” y de
Fernando Alberto Zamora.
En
palabras de Antonio Manuel: la magia del lugar le hizo sentirse pequeño al pie
de la fortaleza de Baños de la Encina, acompañado de la grandeza humilde de
cantaores del pueblo, un lugar cuyo nombre no proviene de baño alguno, sino del
árabe andalusí banya (بنية): 'construcción', palabra huérfana
del andaluz y del Flamenco,
¡cómo tantas otras!
En una plaza, que durante más de
hora y media enmudeció, el público asistente recibió una lección magistral de Flamenco, sí, pero también de cultura e identidad: la del
mestizo origen de una forma de ser y estar que inunda cada uno de los poros de
este pueblo: el andaluz. Como dijo el autor, el alma y la voz no se pueden
expoliar, y ahí, en lo más jondo,
perviven, como memoria de lo que fuimos y semilla de lo que seguimos construyendo
como pueblo, único y singular, no mejor que ningún otro, pero sí diferente.
Taranta, por Fede de Baños (pulsa aquí)
Fotografías: Alex Casas Crivillé
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