sábado, 18 de octubre de 2014

Baños de la Encina, un pueblo dibujado por las aguas del Rumblar

Quizá no haya mejor y más sencilla narración de la historia de la villa de Baños de la Encina que entenderla como una tierra y unas gentes cuyo devenir cotidiano ha girado en torno al sendero de vida que labraron el río Rumblar y sus tres afluentes principales, los ríos Pinto, Grande y Campana; y así es. Cuando el rey Fernando configura a mediados del S. XIII el germen territorial de la que después sería histórica villa de Baños, lo hace mediante la concesión de un término privativo para uso exclusivo de los vecinos de la incipiente aldea de “Bannos”. Este terreno o dehesa boyal es la denominada “defesa de Navamorquina”, un solar serrano a ambas márgenes del río “Herrumbrar”. Este territorio fue la semilla que marcó el nacimiento del término histórico municipal, posteriormente segregado con la creación de “Las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena” a finales del S. XVIII, arrancándole las vertientes del Campana.

Pero, ya desde la antigüedad, las gentes de estas tierras han ordenado su territorio en torno al eje hídrico que forma el río Rumblar. Hace 4000 años, los “bañuscos de la antigüedad” fueron mineros que obtenían mineral de cobre y vivían en pequeños poblados de pizarra repartidos por calles dispuestas en terrazas y avezadas sobre espolones que se asoman a la cuenca del Rumblar. Durante los siglos XVIII y XIX el río, sus afluentes y arroyos se llenan de bancales y huertas que sacian el hambre en tiempos de penuria. Y es la elevación de la presa del río Rumblar sobre la “Cerrada de la Lóbrega” la que, enriqueciendo de vida la vega del Guadalquivir y bajo Rumblar, aleja a los bañuscos, en la margen izquierda del río, de la explotación económica de su sierra más cercana (en la margen derecha), haciendo desaparecer una economía agrícola centenaria y muy arraiga, la denominada “agricultura de roza de cama”, que permitía un complejo sistema agrícola que producía picón, cereal y ganado ovino.

Y, como podemos comprobar con la cartografía actual, no es el término de Baños de la Encina otra cosa que una tierra volcada a la verea de agua de su río Rumblar.









 Fotografías: Hilario Pastor Vicaria (1), un servidor y anónima (7).